Entonces David les dijo a Abisai y a sus sirvientes:
—Mi propio hijo quiere matarme, ¿acaso no tiene este pariente de Saúl todavía más motivos para hacerlo? Déjenlo en paz y permítanle que maldiga, porque el SEÑOR le dijo que lo hiciera. Y tal vez el SEÑOR vea con cuánta injusticia me han tratado y me bendiga a causa de estas maldiciones que sufrí hoy.