Así dice el SEÑOR:
«¡Maldito aquel que confía en los hombres,
que se apoya en fuerzas humanas
y aparta su corazón del SEÑOR!
Será como una zarza en el desierto:
no se dará cuenta cuando llegue el bien.
Morará en la sequedad del desierto,
en tierras de sal, donde nadie habita.