Siempre que hablo es para anunciar
violencia y destrucción;
continuamente me insultan y me hacen burla
porque anuncio tu palabra.
Si digo: «No pensaré más en el Señor,
no volveré a hablar en su nombre»,
entonces tu palabra en mi interior
se convierte en un fuego que devora,
que me cala hasta los huesos.
Trato de contenerla,
pero no puedo.