Salmo 40
40
Salmo 40
40:13-17 – Sal 70:1-5
Al director musical. Salmo de David.
1Puse en el Señor toda mi esperanza;
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
2Me sacó de la fosa de la muerte,
del lodo y del pantano;
puso mis pies sobre una roca,
y me plantó en terreno firme.
3Puso en mis labios un cántico nuevo,
un himno de alabanza a nuestro Dios.
Al ver esto, muchos tuvieron miedo
y pusieron su confianza en el Señor.
4 Dichoso el que pone su confianza en el Señor
y no recurre a los idólatras
ni a los que adoran dioses falsos.
5Muchas son, Señor mi Dios,
las maravillas que tú has hecho.
No es posible enumerar
tus bondades en favor nuestro.
Si quisiera anunciarlas y proclamarlas,
serían más de lo que puedo contar.
6A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas,
pero has abierto mis oídos para oírte;
tú no has pedido holocaustos
ni sacrificios por el pecado.
7Por eso dije: «Aquí me tienes
—como el libro dice de mí—.
8Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad;
tu ley la llevo dentro de mí».
9En medio de la gran asamblea
he dado a conocer tu justicia.
Tú bien sabes, Señor,
que no he sellado mis labios.
10No escondo tu justicia en mi corazón,
sino que proclamo tu fidelidad y tu salvación.
No oculto en la gran asamblea
tu gran amor y tu verdad.
11No me niegues, Señor, tu misericordia;
que siempre me protejan tu amor y tu verdad.
12Muchos males me han rodeado;
tantos son que no puedo contarlos.
Me han alcanzado mis iniquidades,
y ya ni puedo ver.
Son más que los cabellos de mi cabeza,
y mi corazón desfallece.
13Por favor, Señor, ¡ven a librarme!
¡Ven pronto, Señor, en mi auxilio!
14Sean confundidos y avergonzados
todos los que tratan de matarme;
huyan derrotados
todos los que procuran mi mal;
15que la vergüenza de su derrota
humille a los que se burlan de mí.
16Pero que todos los que te buscan
se alegren en ti y se regocijen;
que los que aman tu salvación digan siempre:
«¡Cuán grande es el Señor!»
17Y a mí, pobre y necesitado,
quiera el Señor tomarme en cuenta.
Tú eres mi socorro y mi libertador;
¡Dios mío, no tardes!
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Salmo 40: NVI
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Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® (Castellano)
© 1999, 2005, 2017 por Biblica, Inc.®
Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
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Al director musical. Salmo de David.
1Puse en el Señor toda mi esperanza;
él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor.
2Me sacó de la fosa de la muerte,
del lodo y del pantano;
puso mis pies sobre una roca,
y me plantó en terreno firme.
3Puso en mis labios un cántico nuevo,
un himno de alabanza a nuestro Dios.
Al ver esto, muchos tuvieron miedo
y pusieron su confianza en el Señor.
4 Dichoso el que pone su confianza en el Señor
y no recurre a los idólatras
ni a los que adoran dioses falsos.
5Muchas son, Señor mi Dios,
las maravillas que tú has hecho.
No es posible enumerar
tus bondades en favor nuestro.
Si quisiera anunciarlas y proclamarlas,
serían más de lo que puedo contar.
6A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas,
pero has abierto mis oídos para oírte;
tú no has pedido holocaustos
ni sacrificios por el pecado.
7Por eso dije: «Aquí me tienes
—como el libro dice de mí—.
8Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad;
tu ley la llevo dentro de mí».
9En medio de la gran asamblea
he dado a conocer tu justicia.
Tú bien sabes, Señor,
que no he sellado mis labios.
10No escondo tu justicia en mi corazón,
sino que proclamo tu fidelidad y tu salvación.
No oculto en la gran asamblea
tu gran amor y tu verdad.
11No me niegues, Señor, tu misericordia;
que siempre me protejan tu amor y tu verdad.
12Muchos males me han rodeado;
tantos son que no puedo contarlos.
Me han alcanzado mis iniquidades,
y ya ni puedo ver.
Son más que los cabellos de mi cabeza,
y mi corazón desfallece.
13Por favor, Señor, ¡ven a librarme!
¡Ven pronto, Señor, en mi auxilio!
14Sean confundidos y avergonzados
todos los que tratan de matarme;
huyan derrotados
todos los que procuran mi mal;
15que la vergüenza de su derrota
humille a los que se burlan de mí.
16Pero que todos los que te buscan
se alegren en ti y se regocijen;
que los que aman tu salvación digan siempre:
«¡Cuán grande es el Señor!»
17Y a mí, pobre y necesitado,
quiera el Señor tomarme en cuenta.
Tú eres mi socorro y mi libertador;
¡Dios mío, no tardes!
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