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San Marcos 3

3
Jesús sana a un enfermo en sábado#3.1-6 Concluye aquí una serie de relatos en que se narran enfrentamientos entre Jesús y diversos grupos de su pueblo (2.1—3.6). La decisión contra Jesús (v. 6) prepara el desenlace final (8.31—16.20).
(Mt 12.9-14; Lc 6.6-11)
1Jesús entró otra vez en la sinagoga; y había en ella un hombre que tenía una mano tullida. 2Y espiaban a Jesús para ver si lo sanaría en sábado, y así tener de qué acusarlo.#3.2 Los judíos consideraban que la acción de sanar era un trabajo que se prohibía hacer en sábado. 3Jesús le dijo entonces al hombre que tenía la mano tullida:
—Levántate y ponte ahí en medio.
4Luego preguntó a los otros:
—¿Qué está permitido hacer en sábado: el bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?#Lc 14.3.
Pero ellos se quedaron callados. 5Jesús miró entonces con enojo a los que le rodeaban, y entristecido por la dureza de su corazón le dijo a aquel hombre:
—Extiende la mano.
El hombre la extendió, y su mano quedó sana. 6Pero en cuanto los fariseos salieron, comenzaron a hacer planes con los del partido de Herodes#3.6 Los del partido de Herodes: Véase Mt 22.16 n. para matar a Jesús.
Mucha gente a la orilla del lago#3.7-12 Véase Mc 1.32-34 n.
7Jesús, seguido por mucha gente de Galilea, se fue con sus discípulos a la orilla del lago. 8Cuando supieron las grandes cosas que hacía, también acudieron a verlo muchos de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del oriente del Jordán y de la región de Tiro y Sidón.#3.8 Mt 4.25. Idumea: región al sur de Judea, poblada por no judíos. Tiro y Sidón: ciudades no judías del norte de Palestina. 9Por esto, Jesús encargó a sus discípulos que le tuvieran lista una barca, para evitar que la multitud lo apretujara. 10Porque había sanado a tantos, que todos los enfermos se echaban sobre él para tocarlo.#Mc 4.1; Lc 5.1-3.
11Y cuando los espíritus impuros lo veían, se ponían de rodillas delante de él y gritaban:
—¡Tú eres el Hijo de Dios!#3.11 Mc 1.24,34; 5.7; Lc 4.41.
12Pero Jesús les ordenaba severamente que no hablaran de él en público.#3.12 Que no hablaran: Véase Mc 1.34 nota.
2. Los secretos del reino de Dios
(3.13—6.6a)
Jesús escoge a los doce apóstoles
(Mt 10.1-4; Lc 6.12-16)
13Después Jesús subió a un cerro, y llamó a los que le pareció bien. Una vez reunidos, 14eligió de entre ellos a doce, para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar el mensaje. A estos les dio el nombre de apóstoles,#3.14 Apóstoles: Véase Mt 10.1-2 n. Algunos mss. omiten A éstos les dio el nombre de apóstoles. 15y les dio autoridad para expulsar a los demonios. 16Estos son los doce que escogió: Simón, a quien puso el nombre de Pedro;#3.16 Pedro: Mt 16.18 nota. 17Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes llamó Boanerges (es decir, «Hijos del Trueno»);#3.17 «Hijos del Trueno»: Esta expresión semítica puede traducirse como hombres tempestuosos, en el sentido de personas de carácter impulsivo (cf. Lc 9.54) o ambicioso (cf. Mc 10.35-37). 18Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás y Santiago, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el cananeo,#3.18 Tadeo: Véase Mt 10.3 nota.,#3.18 Cananeo: celoso o ferviente. Véanse Mt 10.4 n. y Lc 6.15 nota. 19y Judas Iscariote, que después traicionó a Jesús.
Acusación contra Jesús
(Mt 12.22-32; Lc 11.14-23; 12.10)
20Después entró Jesús en una casa,#3.20 En una casa: Puede tratarse de la casa de Simón en Cafarnaúm. Véanse Mt 9.1 n.; Mc 2.1 n., y cf. también Mc 1.29. y otra vez se juntó tanta gente, que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. 21Cuando lo supieron los parientes de Jesús, fueron a llevárselo, pues decían que se había vuelto loco.#3.21 Jn 10.20. Parientes: o amigos (Lit. los de junto a él); pero cf. vv. 31-32.
22También los maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén decían: «Beelzebú, el propio jefe de los demonios, es quien le ha dado a este hombre el poder de expulsarlos.»#3.22 Mt 9.34; 10.25. Beelzebú: el diablo, jefe de los demonios; véase Mt 12.24 n.
23Jesús los llamó, y les puso un ejemplo, diciendo: «¿Cómo puede Satanás expulsar al propio Satanás? 24Un país dividido en bandos enemigos, no puede mantenerse; 25y una familia dividida, no puede mantenerse. 26Así también, si Satanás se divide y se levanta contra sí mismo, no podrá mantenerse; habrá llegado su fin.
27»Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y robarle sus cosas, si no lo ata primero; solamente así podrá robárselas.
28»Les aseguro que Dios dará su perdón a los hombres por todos los pecados y todo lo malo que digan: 29pero el que ofenda con sus palabras al Espíritu Santo, nunca tendrá perdón, sino que será culpable para siempre.»#Mt 12.32; Lc 12.10.
30Esto lo dijo Jesús porque ellos afirmaban que tenía un espíritu impuro.#3.30 Afirmaban que tenía un espíritu impuro: esto es, atribuían la expulsión de los demonios al mismo jefe de ellos (v. 22). Por esta razón Jesús habla de la actitud comúnmente llamada el «pecado imperdonable». Cf. 2 Ts 1.8-9; Heb 6.4-6; 10.26-29; 1 Jn 5.16-17.
La madre y los hermanos de Jesús
(Mt 12.46-50; Lc 8.19-21)
31Entre tanto llegaron la madre y los hermanos de Jesús, pero se quedaron afuera y mandaron llamarlo. 32La gente que estaba sentada alrededor de Jesús le dijo:
—Tu madre, tus hermanos y tus hermanas#3.32 Algunos mss. omiten y tus hermanas. Véase Mt 12.46 n. están afuera, y te buscan.
33Él les contestó:
—¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
34Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, añadió:
—Estos son mi madre y mis hermanos. 35Pues cualquiera que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.

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San Marcos 3: DHH94I

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