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JUAN 20

20
III. ¡JESÚS HA RESUCITADO! (20–21)
El sepulcro vacío
(Mt 28.1-10; Mc 16.1-8; Lc 24.1-12)
1El primer día de la semana,#20.1 El primer día de la semana: equivale a nuestro domingo. María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. 2Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho,#20.2 Acerca de este discípulo, véase Jn 13.23 nota q. y les dijo:
–¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!
3Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. 4Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. 5Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. 6Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, 7y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte.#20.6-7 El estar allí las vendas indicaba que el cuerpo no había sido robado. 8Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. 9Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura,#20.9 Cf. Jn 2.22; 12.16. No se cita ningún pasaje específico. En otros lugares se cita Sal 16.8-11; Jon 1.17 (cf. Mt 12.40; Hch 2.25-28; y también Lc 24.25-27,44-46; 1 Co 15.4). que él tenía que resucitar. 10Luego los discípulos regresaron a casa.
Jesús se aparece a María Magdalena
(Mc 16.9-11)
11María se quedó fuera, junto al sepulcro, llorando. Y llorando como estaba, se agachó a mirar dentro 12y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. 13Los ángeles le preguntaron:
–Mujer, ¿por qué lloras?
Ella les dijo:
–Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.
14Apenas dicho esto, volvió la cara y vio allí a Jesús, aunque no sabía que fuera él. 15Jesús le preguntó:
–Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?
Ella, pensando que era el que cuidaba el huerto, le dijo:
–Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, para que yo vaya a buscarlo.
16Jesús entonces le dijo:
–¡María!
Ella se volvió y le respondió en hebreo:
–¡Rabuni! (que quiere decir “Maestro”).
17Jesús le dijo:
–Suéltame, porque todavía no he ido a reunirme con mi Padre.#20.17 Reunirme con mi Padre: Véase Jn 13.1–21.25 n. Pero ve y di a mis hermanos#20.17 Mis hermanos: es decir, sus discípulos. Véase Mt 28.10 n., y cf. Ro 8.29; Heb 2.11-12. que voy a reunirme con el que es mi Padre y vuestro Padre,#20.17 Mi Padre y vuestro Padre: Véase Jn 1.13 nota l. mi Dios y vuestro Dios.
18Entonces fue María Magdalena y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también lo que él le había dicho.#20.18 Lc 24.9.
Jesús se aparece a los discípulos
(Mt 28.16-20; Mc 16.14-18; Lc 24.36-49)
19Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana,#20.19 Aquel mismo día... semana: Véase 20.1 n.; cf. Mt 28.1; Mc 16.2,9. los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos.#20.19 Los judíos: Véase Jn 1.19 n. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
–¡Paz#20.19 Paz: Véase Jn 14.27 n. a vosotros!
20Dicho esto, les mostró las manos y el costado.#20.20 Cf. vs. 25-27; Lc 24.39. Y ellos se alegraron#20.20 Jn 16.20-22; 17.13. de ver al Señor. 21Luego Jesús dijo de nuevo:
–¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.#20.21 Jn 17.18.
22Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
–Recibid el Espíritu#20.22 Tanto en hebreo como en griego, la misma palabra significa espíritu y soplo (o aliento). Cf. Ez 37.1-14; Jn 3.6-8; Hch 2.2-4. Santo. 23A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar.#20.23 Cf. Mt 9.2-8; 16.19; 18.18.
Las dudas de Tomás
24Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo,#20.24 Tomás... Gemelo: Véase Jn 11.16 n. no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25Después le dijeron los otros discípulos:
–Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó:
–Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré.
26Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo:
–¡Paz a vosotros!
27Luego dijo a Tomás:
–Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree!
28Tomás exclamó entonces:
–¡Mi Señor y mi Dios!#20.28 Se alude a textos del AT (cf. Sal 35.23; 88.1; pero cf. también Jn 1.1; 5.18; 10.33-36; Ro 9.7; Flp 2.5-11; Col 1.19).
29Jesús le dijo:
–¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!#20.29 La fe de los que creen sin haber visto se basará en el testimonio de los discípulos. Cf. Jn 17.20; 1 P 1.8,12; 1 Jn 1.2-3.
El porqué de este libro
30Jesús hizo otras muchas señales milagrosas#20.30 Señales milagrosas: Véase Jn 2.11 n. delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro.#20.30 Jn 21.25. 31Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en él.#20.31 Creyendo tengáis vida en él: Véase Jn 1.12 n.

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