Mas ellos y nuestros padres fueron soberbios,
y desoyeron, tercos, tus mandamientos.
No quisieron oír,
ni se acordaron de las maravillas que con ellos hiciste;
ser volvieron tercos
y, en su rebelión, pensaron poner caudillo
para volverse a su servidumbre.
Pero tú eres Dios perdonador,
clemente y piadoso,
tardo para la ira y grande en misericordia,
pues no los abandonaste.