Algunos años después, Dios quiso ver si Abrahán estaba dispuesto a obedecerle, así que lo llamó y le dijo:
—¡Abrahán!
Respondió Abrahán:
—Aquí estoy.
Entonces Dios le dijo:
—Toma a Isaac, tu único hijo, a quien tanto amas, dirígete a la región de Moriá, al monte que te voy a enseñar, y ofrécemelo allí en sacrificio.