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Jeremías 31:7-26

Jeremías 31:7-26 NVI

Así dice el SEÑOR: «Cantad jubilosos en honor de Jacob; gritad de alegría por la mejor de las naciones. Haced oír vuestras alabanzas y clamad: “Salva, SEÑOR, a tu pueblo; salva al remanente de Israel”. Yo los traeré del país del norte; los reuniré de los confines de la tierra. ¡Volverá una gran multitud! Entre ellos vendrán ciegos y cojos, embarazadas y parturientas. Entre llantos vendrán, y entre consuelos los conduciré. Los guiaré a corrientes de agua por un camino llano en el que no tropezarán. Yo soy el padre de Israel; mi primogénito es Efraín. »Naciones, escuchad la palabra del SEÑOR, y anunciad en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”. Porque el SEÑOR rescató a Jacob; lo redimió de una mano más poderosa. Vendrán y cantarán jubilosos en las alturas de Sión; disfrutarán de las bondades del SEÑOR: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado, y no volverán a desmayar. Entonces las jóvenes danzarán con alegría, y los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré su duelo en gozo, y los consolaré; transformaré su dolor en alegría. Colmaré de abundancia a los sacerdotes, y saciaré con mis bienes a mi pueblo», afirma el SEÑOR. Así dice el SEÑOR: «Se oye un grito en Ramá, lamentos y amargo llanto. Es Raquel, que llora por sus hijos y no quiere ser consolada; ¡sus hijos ya no existen!» Así dice el SEÑOR: «Reprime tu llanto, las lágrimas de tus ojos, pues tus obras tendrán su recompensa: tus hijos volverán del país enemigo —afirma el SEÑOR—. Se vislumbra esperanza en tu futuro: tus hijos volverán a su patria —afirma el SEÑOR—. »Por cierto, he escuchado el lamento de Efraín: “Me has escarmentado como a un ternero sin domar, y he aceptado tu corrección. Hazme volver, y seré restaurado; porque tú, mi Dios, eres el SEÑOR. Yo me aparté, pero me arrepentí; al comprenderlo me di golpes de pecho. Me siento avergonzado y humillado porque cargo con el oprobio de mi juventud”. »¿Acaso no es Efraín mi hijo amado? ¿Acaso no es mi niño preferido? Cada vez que lo reprendo, vuelvo a acordarme de él. Por él mi corazón se conmueve; por él siento mucha compasión —afirma el SEÑOR—. »Ponte señales en el camino, coloca marcas por donde pasaste, fíjate bien en el sendero. ¡Vuelve, virginal Israel; vuelve a tus ciudades! ¿Hasta cuándo andarás errante, hija infiel? El SEÑOR creará algo nuevo en la tierra, la mujer regresará a su esposo». Así dice el SEÑOR Todopoderoso, el Dios de Israel: «Cuando yo cambie su suerte, en la tierra de Judá y en sus ciudades volverá a decirse: »“Monte santo, morada de justicia: ¡que el SEÑOR te bendiga!” Allí habitarán juntos Judá y todas sus ciudades, los agricultores y los pastores de rebaños. Daré de beber a los sedientos y saciaré a los que estén agotados». En ese momento me desperté, y abrí los ojos. Había tenido un sueño agradable.