Mateo 10:1-31
Mateo 10:1-31 NVI
Reunió a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar a los espíritus malignos y sanar toda enfermedad y toda dolencia. Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Jacobo y su hermano Juan, hijos de Zebedeo; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Jacobo, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que lo traicionó. Jesús envió a estos doce con las siguientes instrucciones: «No vayáis entre los gentiles ni entréis en ningún pueblo de los samaritanos. Id más bien a las ovejas descarriadas del pueblo de Israel. Dondequiera que vayáis, predicad este mensaje: “El reino de los cielos está cerca”. Sanad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsad a los demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratuitamente. No llevéis oro ni plata ni cobre en el cinturón, ni bolsa para el camino, ni dos mudas de ropa, ni sandalias, ni bastón; porque el trabajador merece que se le dé su sustento. »En cualquier pueblo o aldea donde entréis, buscad a alguien que merezca recibiros y quedaos en su casa hasta que os marchéis de ese lugar. Al entrar, decid: “Paz a esta casa”. Si el hogar se lo merece, que vuestra paz reine en él; y, si no, que la paz se vaya con vosotros. Si alguno no os recibe bien ni escucha vuestras palabras, al salir de esa casa o de ese pueblo, sacudíos el polvo de los pies. Os aseguro que en el día del juicio el castigo para Sodoma y Gomorra será más tolerable que para ese pueblo. Os envío como ovejas en medio de lobos. Por tanto, sed astutos como serpientes y sencillos como palomas. »Tened cuidado con la gente; os entregarán a los tribunales y os azotarán en las sinagogas. Por mi causa os llevarán ante gobernadores y reyes para dar testimonio a ellos y a los gentiles. Pero, cuando os arresten, no os preocupéis por lo que vais a decir o cómo vais a decirlo. En ese momento se os dará lo que habéis de decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por medio de vosotros. »El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten. Por causa de mi nombre, todo el mundo os odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Os aseguro que no terminaréis de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre. »El discípulo no es superior a su maestro, ni el siervo superior a su amo. Basta con que el discípulo sea como su maestro, y el siervo como su amo. Si al jefe de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su familia! »Así que no les tengáis miedo; porque no hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; lo que se os susurra al oído, proclamadlo desde las azoteas. No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él tiene contados aun los cabellos de vuestra cabeza. Así que no tengáis miedo; vosotros valéis más que muchos gorriones.