Salmo 106:31-48
Salmo 106:31-48 NVI
Esto se le reconoció como un acto de justicia para siempre, por todas las generaciones. Junto a las aguas de Meribá hicieron enojar al SEÑOR, y a Moisés le fue mal por culpa de ellos, pues lo sacaron de quicio y él habló sin pensar lo que decía. No destruyeron a los pueblos que el SEÑOR les había señalado, sino que se mezclaron con los paganos y adoptaron sus costumbres. Rindieron culto a sus ídolos, y se les volvieron una trampa. Ofrecieron a sus hijos y a sus hijas como sacrificio a esos demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos y sus hijas. Al ofrecerlos en sacrificio a los ídolos de Canaán, su sangre derramada profanó la tierra. Tales hechos los contaminaron; tales acciones los corrompieron. La ira del SEÑOR se encendió contra su pueblo; su heredad le resultó aborrecible. Por eso los entregó a los paganos, y fueron dominados por quienes los odiaban. Sus enemigos los oprimieron, los sometieron a su poder. Muchas veces Dios los libró; pero ellos, empeñados en su rebeldía, se hundieron en la maldad. Al verlos Dios angustiados, y al escuchar su clamor, se acordó del pacto que había hecho con ellos y, por su gran amor, tuvo compasión de ellos. Hizo que todos sus opresores también se apiadaran de ellos. Sálvanos, SEÑOR, Dios nuestro; vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y orgullosos te alabemos. ¡Bendito sea el SEÑOR, el Dios de Israel, eternamente y para siempre! ¡Que todo el pueblo diga: «Amén»!