Salmo 22:1-31
Salmo 22:1-31 NVI
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Lejos estás para salvarme, lejos de mis palabras de lamento. Dios mío, clamo de día y no me respondes; clamo de noche y no hallo reposo. Pero tú eres santo, tú eres rey, ¡tú eres la alabanza de Israel! En ti confiaron nuestros padres; confiaron, y tú los libraste; a ti clamaron, y tú los salvaste; se apoyaron en ti, y no los defraudaste. Pero yo, gusano soy y no hombre; la gente se burla de mí, el pueblo me desprecia. Cuantos me ven, se ríen de mí; lanzan insultos, meneando la cabeza: «Este confía en el SEÑOR, ¡pues que el SEÑOR lo ponga a salvo! Ya que en él se deleita, ¡que sea él quien lo libre!» Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude. Muchos toros me rodean; fuertes toros de Basán me cercan. Contra mí abren sus fauces leones que rugen y desgarran a su presa. Como agua he sido derramado; dislocados están todos mis huesos. Mi corazón se ha vuelto como cera, y se derrite en mis entrañas. Se ha secado mi vigor como una teja; la lengua se me pega al paladar. ¡Me has hundido en el polvo de la muerte! Como perros de presa, me han rodeado; me ha cercado una banda de malvados; me han traspasado las manos y los pies. Puedo contar todos mis huesos; con satisfacción perversa, la gente se detiene a mirarme. Se reparten entre ellos mis vestidos y sobre mi ropa echan suertes. Pero tú, SEÑOR, no te alejes; fuerza mía, ven pronto en mi auxilio. Libra mi vida de la espada, mi preciosa vida del poder de esos perros. Rescátame de la boca de los leones; sálvame de los cuernos de los toros. Proclamaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. ¡Alabad al SEÑOR los que lo teméis! ¡Honradlo, descendientes de Jacob! ¡Veneradlo, descendientes de Israel! Porque él no desprecia ni tiene en poco el sufrimiento del pobre; no esconde de él su rostro, sino que lo escucha cuando a él clama. Tú inspiras mi alabanza en la gran asamblea; ante los que te temen cumpliré mis promesas. Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al SEÑOR quienes lo buscan; ¡que vuestro corazón viva para siempre! Se acordarán del SEÑOR y se volverán a él todos los confines de la tierra; ante él se postrarán todas las familias de las naciones, porque del SEÑOR es el reino; él gobierna sobre las naciones. Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida. La posteridad lo servirá; del Señor se hablará a las generaciones futuras. A un pueblo que aún no ha nacido se le dirá que Dios hizo justicia.