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2 SAMUEL 13:1-20

2 SAMUEL 13:1-20 BLP

Absalón, hijo de David, tenía una hermana muy hermosa, llamada Tamar, y Amnón, también hijo de David, se enamoró de ella. Sentía tal pasión que cayó enfermo por Tamar, pues su hermana era virgen y le parecía muy difícil hacer algo con ella. Amnón tenía un amigo muy astuto, llamado Jonadab, hijo de Simá, el hermano de David. Y le preguntó: —¿Qué te pasa, príncipe, que cada día estás más decaído? ¿No me lo vas a contar? Amnón le respondió: —Estoy enamorado de Tamar, la hermana de mi hermano Absalón. Jonadab le dijo: —Métete en la cama como si estuvieras enfermo y cuando tu padre vaya a verte, le pides que mande a tu hermana Tamar para darte de comer; luego le dices que te prepare la comida delante de ti, para que tú la veas, y que te sirva ella misma. Amnón se acostó fingiéndose enfermo y cuando el rey vino a verlo, le dijo: —Haz que venga mi hermana Tamar, para que me prepare aquí delante dos rosquillas, y ella misma me sirva de comer. David mandó llamar a Tamar a su casa, y le dijo: —Anda y ve a casa de tu hermano Amnón y prepárale la comida. Tamar fue a casa de su hermano Amnón, que estaba acostado. Tomó la harina, la amasó, preparó las rosquillas a su vista y las coció. Luego las puso en la cazuela y se las sirvió, pero él no quiso comer, y ordenó: —¡Salid todos fuera! Cuando todos hubieron salido, Amnón dijo a Tamar: —Tráeme la comida a la alcoba y dame de comer. Ella tomó las rosquillas que había preparado y las llevó a la alcoba de su hermano Amnón. Cuando se acercó para darle de comer, él la agarró y le dijo: —Ven, hermana mía, y acuéstate conmigo. Pero ella le dijo: —¡No, hermano mío! No me fuerces, porque eso no se hace en Israel. No cometas esa infamia. ¿Adónde podría ir yo con mi deshonra? Y tú quedarías como un infame ante Israel. Por favor, habla con el rey, pues no se negará a que sea tuya. Pero él no quiso escucharla y, como era más fuerte, la forzó y se acostó con ella. Luego Amnón la odió profundamente y el odio que sintió hacia ella fue aún mayor que el amor con que la había amado. Entonces Amnón le ordenó: —Levántate y vete. Ella le dijo: —No, que echarme ahora sería un daño mucho mayor que el que acabas de hacerme. Pero él no quiso escucharla, llamó a su criado y le ordenó: —¡Échame a esta de aquí y ciérrale la puerta! El criado la sacó fuera y le cerró la puerta. Ella llevaba una túnica con mangas, tal y como vestían las princesas que eran vírgenes. Entonces Tamar se echó tierra en la cabeza, rasgó la túnica que llevaba puesta y se marchó dando gritos con las manos sobre la cabeza. Su hermano Absalón le preguntó: —¿Ha estado contigo tu hermano Amnón? Pues entonces cállate, que es tu hermano, y no te preocupes por este asunto. Entonces Tamar, desolada, se quedó en casa de su hermano Absalón.