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1 CORINTIOS 9:1-27

1 CORINTIOS 9:1-27 RV2020

¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús, nuestro Señor? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol, para vosotros ciertamente lo soy, porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor. Mi respuesta a quienes me cuestionan es esta: ¿Acaso no tenemos derecho a comer y beber? ¿Es que no tenemos derecho a ir acompañados por una esposa creyente, como también lo hacen los otros apóstoles, y los hermanos del Señor y Cefas? ¿O es que solo yo y Bernabé no tenemos derecho a no trabajar? ¿Quién jamás ha servido como soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? Esto que digo, ¿es solo una opinión humana? ¿No dice esto también la ley? En la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla . ¿Será que Dios cuida de los bueyes? ¿O en realidad esto lo dice por nosotros? Es por nosotros que esto está escrito, porque con esperanza ha de arar el que ara y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿será mucho pedir que cosechemos de vosotros un bien material? Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Sin embargo, no hemos hecho uso de este derecho, sino que lo soportamos todo por no poner ningún impedimento al evangelio de Cristo. ¿No sabéis que los que trabajan en el templo, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Así también el Señor ordenó a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que así se haga conmigo, porque prefiero morir antes que alguien me prive de este motivo de orgullo. Pues si anuncio el evangelio, no tengo de qué jactarme, porque me es una necesidad impuesta, y ¡ay de mí si no anuncio el evangelio! Por lo tanto, si lo hago por voluntad propia, recibiré mi recompensa; pero si lo hago a la fuerza cumplo con la tarea que me ha sido encomendada. Entonces, ¿cuál es mi recompensa?, que al predicar el evangelio, ofrezca el evangelio de Cristo gratis para no usar mal de mi derecho en el evangelio. Por lo cual, aunque soy libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar al mayor número. Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como si estuviera sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (aunque yo no estoy sin ley de Dios, pues estoy bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. Me he hecho débil entre los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que como sea salve a algunos. Y esto lo hago por causa del evangelio, para participar de sus beneficios. ¿No sabéis que, aunque todos corren en el estadio, solamente uno se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. De igual modo, todo aquel que lucha, se abstiene de todo. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, para recibir una incorruptible. Así que yo no corro sin tener una meta definida; no peleo dando golpes al aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo someto a disciplina, no sea que, después de haber predicado a otros yo mismo quede eliminado.