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1 REYES 18:25-39

1 REYES 18:25-39 RV2020

Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: —Escoged un buey y preparadlo vosotros primero, pues sois los más numerosos. Invocad luego el nombre de vuestros dioses, pero no le prendáis fuego. Ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía. Decían: —¡Baal, respóndenos! Pero no se escuchó ninguna voz, ni hubo quien respondiera; entre tanto, ellos saltaban alrededor del altar que habían hecho. Hacia el mediodía, Elías se burlaba de ellos: —Gritad con voz más fuerte, porque es un dios. Quizá está meditando o tiene algún trabajo, o se ha ido de viaje. ¡Tal vez duerme y haya que despertarlo! Seguían ellos con sus clamores y sus gritos, y se hacían cortes, conforme a su costumbre, con cuchillos y con lancetas, hasta que les chorreaba la sangre. Pasó el mediodía y ellos continuaron su griterío frenético hasta la hora de ofrecer el sacrificio, pero no se escuchó ninguna voz, ni hubo quien respondiera ni escuchara. Entonces dijo Elías a todo el pueblo: —Acercaos a mí. Todo el pueblo se le acercó, y Elías arregló el altar del Señor que estaba arruinado. Tomó doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra del Señor que decía: «Israel será tu nombre», y edificó con las piedras un altar al nombre del Señor. Después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. Preparó la leña, cortó el buey en pedazos, lo puso sobre la leña, y dijo: —Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. —Hacedlo otra vez, —dijo; y lo hicieron otra vez. —Hacedlo la tercera vez —dijo de nuevo; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y también llenaba la zanja. Cuando llegó la hora de ofrecer el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: —Señor, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu siervo y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Señor, eres Dios, y que tú haces que su corazón se vuelva hacia ti. Entonces cayó fuego del Señor y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y hasta lamió el agua que estaba en la zanja. Al ver esto, todos se postraron y dijeron: —¡El Señor es Dios, el Señor es Dios!