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2 REYES 25:1-30

2 REYES 25:1-30 RV2020

Aconteció en el noveno año de su reinado, el día diez del mes décimo, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jerusalén, la sitió y levantó torres alrededor de ella. La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías. A los nueve días del cuarto mes arreció el hambre en la ciudad y, cuando la gente no tenía ya nada que comer, abrieron una brecha en el muro de la ciudad. Aunque los caldeos la tenían rodeada, todos los hombres de guerra huyeron durante la noche por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey. El rey se fue por el camino del Arabá, pero el ejército de los caldeos lo siguió y lo apresó en las llanuras de Jericó, tras haber dispersado todo su ejército. Preso, pues, el rey, lo llevaron a Ribla ante el rey de Babilonia, y dictaron sentencia contra él. Degollaron a los hijos de Sedequías en su misma presencia y a él le sacaron los ojos, lo ataron con cadenas y lo llevaron a Babilonia. En el mes quinto, a los siete días del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Incendió la casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén; también prendió fuego a todas las casas de los príncipes. Todo el ejército de los caldeos que acompañaba al capitán de la guardia derribó los muros que rodeaban a Jerusalén. Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó cautivos a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y a los que habían quedado de la gente común. Nabuzaradán, capitán de la guardia, dejó algunos de los pobres del país para que labraran las viñas y la tierra. Los caldeos quebraron las columnas de bronce que estaban en la casa del Señor, las basas y el mar de bronce que estaba en la casa del Señor, y se llevaron el bronce a Babilonia. También los caldeos se llevaron los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones y todos los utensilios de bronce con que ministraban: incensarios, cuencos, los objetos de oro y de plata; todo se lo llevó el capitán de la guardia. No era posible calcular el peso de las dos columnas, el mar y las basas que Salomón había hecho para la casa del Señor. La altura de una columna era de nueve metros y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de unos dos metros y medio, y sobre el capitel había una red y granadas alrededor, todo de bronce. Igual labor había en la otra columna con su red. El capitán de la guardia tomó entonces presos al sumo sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías y a tres guardas de la vajilla. Apresó a un oficial de la ciudad que tenía a su cargo los hombres de guerra, a cinco hombres de los consejeros del rey que estaban en la ciudad, al principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y a sesenta hombres del pueblo de la tierra que se encontraban en la ciudad. Nabuzaradán, capitán de la guardia, los tomó y los llevó a Ribla ante el rey de Babilonia. Y el rey de Babilonia hizo que los mataran en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue llevado cautivo Judá lejos de su tierra. Al pueblo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, dejó en tierra de Judá, le puso como gobernador a Gedalías hijo de Ahicam hijo de Safán. Cuando todos los príncipes del ejército y su gente oyeron que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, se presentaron ante él en Mizpa. Eran Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet, el netofatita, y Jaazanías, hijo de un maacateo, acompañados de los suyos. Gedalías les hizo juramento a ellos y a los suyos, y les dijo: «No temáis de servir a los caldeos; habitad en la tierra, servid al rey de Babilonia y os irá bien». Pero en el mes séptimo llegó Ismael hijo de Netanías hijo de Elisama, de la estirpe real, acompañado de diez hombres, e hirieron y mataron a Gedalías, así como a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa. Entonces se levantó todo el pueblo, desde el más pequeño hasta el mayor, con los capitanes del ejército, y se fueron a Egipto por temor a los caldeos. Aconteció en el año treinta y siete del cautiverio de Joaquín, rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac, rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, liberó a Joaquín, rey de Judá, y lo sacó de la cárcel. Le habló con benevolencia y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. Le cambió los vestidos de prisionero y Joaquín comió siempre delante de él, todos los días de su vida. Diariamente le fue dado su sustento de parte del rey, día tras día, todos los días de su vida.

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