ÉXODO 1:8-22
ÉXODO 1:8-22 RV2020
Subió por entonces al trono de Egipto un nuevo rey, que no había conocido a José, y dijo a su pueblo: —Mirad, el pueblo de los hijos de Israel es más numeroso y fuerte que nosotros. Ahora, pues, actuemos con astucia para que no se multiplique y suceda que, en caso de guerra, él también se una a nuestros enemigos para pelear contra nosotros, y se vaya de esta tierra. Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos para que los oprimieran con sus cargas. Así edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitom y Ramesés. Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. Los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura esclavitud en la fabricación de barro y ladrillo, en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor. También habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de ellas se llamaba Sifra y la otra Fúa, y les dijo: —Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, observad el sexo: si es niño, matadlo; si es niña, dejadla vivir. Pero las parteras temieron a Dios y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Entonces el rey de Egipto hizo llamar a las parteras, y les dijo: —¿Por qué habéis hecho esto? ¿Por qué habéis preservado la vida a los niños? Las parteras respondieron a Faraón: —Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; son robustas y dan a luz antes de que llegue la partera. Y Dios premió a las parteras; el pueblo se multiplicó y se fortaleció mucho. Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias. Entonces Faraón dio a todo su pueblo esta orden: —Echad al río a todo niño que nazca, y preservad la vida a toda niña.