GÉNESIS 31:17-35
GÉNESIS 31:17-35 RV2020
Se levantó, pues, Jacob y montó a sus hijos y a sus mujeres sobre los camellos; y puso en camino todo su ganado y todo cuanto había adquirido, que era su ganancia de Padan Aram, y se dispuso a volver a Isaac, su padre, en la tierra de Canaán. Como Labán había ido a trasquilar sus ovejas, Raquel hurtó los ídolos de su padre; y Jacob engañó a Labán, el arameo, al no decirle que se iba. Huyó, pues, con todo lo que tenía; se levantó, pasó el Éufrates y se dirigió a los montes de Galaad. Al tercer día le dijeron a Labán que Jacob había huido. Entonces Labán tomó consigo a sus parientes, y fue tras Jacob. Siete días después lo alcanzó en los montes de Galaad. Pero aquella noche vino Dios en sueños a Labán, el arameo, y le dijo: —¡Cuidado con amenazar a Jacob! Alcanzó, pues, Labán a Jacob, que había fijado su tienda en el monte; y acampó Labán con sus parientes en los montes de Galaad. Entonces dijo Labán a Jacob: —¿Qué has hecho? ¿Por qué me has engañado y te has llevado a mis hijas como prisioneras de guerra? ¿Por qué te escondiste para huir, y me engañaste, y no me lo hiciste saber para que yo te despidiera con alegría y con cánticos, con pandero y arpa? Pues ni aun me dejaste besar a mis hijos y a mis hijas. Esta vez has obrado insensatamente. Yo tengo poder para haceros daño; pero el Dios de tu padre me habló anoche y me dijo: «¡Cuidado con amenazar a Jacob!». Y ya que te ibas, pues añorabas la casa de tu padre, ¿por qué hurtaste mis dioses? Respondió Jacob a Labán: —Porque tuve miedo, pues pensé que quizá me quitarías por la fuerza a tus hijas. Aquel en cuyo poder halles tus dioses, ¡que no viva! Reconoce delante de nuestros hermanos lo que yo tenga tuyo, y llévatelo. Desde luego, Jacob no sabía que Raquel los había hurtado. Entró Labán en la tienda de Jacob, en la tienda de Lea y en la tienda de las dos siervas, y no los halló. Salió de la tienda de Lea y entró en la tienda de Raquel. Pero Raquel tomó los ídolos y los puso en la montura de un camello, y se sentó sobre ellos. Labán rebuscó por toda la tienda y no los encontró. Entonces ella dijo a su padre: —No se enoje mi señor, si no me puedo levantar delante de ti; tengo la menstruación. Como Labán siguió rebuscando sin hallar los ídolos