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HEBREOS 10:10-39

HEBREOS 10:10-39 RV2020

En virtud de esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. Pero Cristo, después de haber ofrecido de una vez y para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios. Allí estará esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Y así, con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. El Espíritu Santo nos atestigua lo mismo, porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones . Ahora bien, si los pecados han sido perdonados, ya no hace falta ninguna ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su cuerpo. También tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios. Acerquémonos, pues, con corazón sincero, llenos de fe, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la esperanza que profesamos, porque fiel es el que ha hecho la promesa. Y tengámonos en cuenta unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como algunos tienen por costumbre; al contrario, animémonos unos a otros, y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una terrible expectativa de juicio y de fuego ardiente que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisotee al Hijo de Dios, y tenga por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado y ofenda al Espíritu de la gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago —dice el Señor—. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo . ¡Terrible cosa es caer en manos del Dios vivo! Pero recordad aquellos días pasados cuando, después de haber sido iluminados, sostuvisteis una dura lucha y soportasteis mucho sufrimiento. Algunas veces fuisteis expuestos públicamente a insultos y atropellos, y otras veces llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante: porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, pues sabíais que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene una gran recompensa, pues os es necesaria la paciencia, para que, por haber hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; pero si retrocede, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que, por fe, alcanzan la salvación.

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