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ISAÍAS 44:1-28

ISAÍAS 44:1-28 RV2020

Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo escogí: Así dice el Señor, Hacedor tuyo y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, tú, Jesurún, a quien yo escogí. Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, ríos sobre la tierra seca. Mi espíritu derramaré sobre tu descendencia, y mi bendición sobre tus renuevos; y brotarán entre la hierba, como los sauces junto a las riberas de las aguas. Este dirá: «Yo soy del Señor». Otro se pondrá por nombre Jacob, y otro escribirá en su mano: «Del Señor», y se pondrá por nombre Israel. Así dice el Señor, Rey de Israel y su Redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios. ¿Y quién proclamará lo que está por venir? ¿Quien puede declararlo y ponerlo en orden delante de mí, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? ¡Que les anuncien lo que viene, lo que está por venir! No temáis ni os amedrentéis. ¿No te lo hice oír desde la antigüedad y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. ¡No hay Dios sino yo! ¡No hay Roca, no conozco ninguna! Los que modelan imágenes de talla no valen nada, y lo más precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos, para su confusión, son testigos de que los ídolos no ven ni entienden. ¿Quién fabrica un dios o quién funde una imagen que para nada es de provecho? Todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son seres humanos. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán y serán a una avergonzados. El herrero toma la tenaza, trabaja en las brasas, le da forma con los martillos y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya. El carpintero tiende la regla, dibuja la imagen con un punzón, la trabaja con gubia y compás, le da forma humana, a semejanza de un hermoso hombre, para tenerlo en casa. Corta cedros, toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta un pino, para que crezca con la lluvia. De él se sirve luego el hombre para quemar, toma de ellos para calentarse; enciende también el horno y cuece panes; hace además un dios y lo adora; fabrica un ídolo y se arrodilla delante de él. Una parte del leño la quema en el fuego; con ella prepara un asado de carne, lo come y se sacia. Después se calienta y dice: «¡Ah, me he calentado con este fuego!». Del sobrante hace un dios (un ídolo suyo), se postra delante de él, lo adora y le ruega: «¡Líbrame, porque tú eres mi dios!». No saben ni entienden, porque cerrados están sus ojos para no ver y su corazón para no entender. No se pone a pensar, no tiene conocimiento ni entendimiento para decir: «Parte de esto quemé en el fuego, sobre sus brasas cocí pan, asé carne y la comí. ¿Y haré algo abominable con lo que me queda? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol?». De ceniza se alimenta; su corazón engañado lo desvía, para que no libre su alma ni diga: «¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?». Acuérdate de estas cosas, Jacob, porque mi siervo eres, Israel. Yo te formé, siervo mío eres tú. ¡Israel, no me olvides! Yo deshice como a una nube tus rebeliones y como a una niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí. Cantad alabanzas, cielos, porque el Señor lo hizo; gritad con júbilo, profundidades de la tierra. Prorrumpid, montes, en alegría, y el bosque y todo árbol que hay en él, porque el Señor ha redimido a Jacob y en Israel será glorificado. Así dice el Señor, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo el Señor, que lo hago todo, que despliego yo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo; que frustro las señales de los adivinos y hago desvariar a los agoreros; que hago retroceder a los sabios y desvanezco su sabiduría. Yo soy el que despierta la palabra de su siervo y lleva a cabo el plan de sus mensajeros; el que dice a Jerusalén: «Serás habitada», y a las ciudades de Judá: «Serán reconstruidas y reedificaré sus ruinas». Yo soy el que dice a las profundidades: «¡Secaos! ¡Yo haré secar tus ríos!». Yo soy el que dice de Ciro: «Es mi pastor y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusalén: “Serás edificada”, y al templo: “Serán puestos tus cimientos”».