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JEREMÍAS 33:1-26

JEREMÍAS 33:1-26 RV2020

Vino palabra del Señor a Jeremías por segunda vez, mientras aún estaba preso en el patio de la cárcel: —Así ha dicho el Señor, que hizo la tierra, el Señor que la formó para afirmarla; el Señor es su nombre: Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Porque así ha dicho el Señor, Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de las casas de los reyes de Judá, derribadas por el ariete y la espada (porque salir a enfrentarse con los caldeos será llenarlas de cadáveres, de muertos heridos por mi furor y mi ira, pues he escondido mi rostro de esta ciudad a causa de toda su maldad): Yo les traeré sanidad y medicina; los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Haré volver a los cautivos de Judá y a los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio. Los limpiaré de toda la maldad con que pecaron contra mí, y perdonaré todas sus iniquidades con las que contra mí pecaron y contra mí se rebelaron. Esta ciudad me será por nombre de gozo, de alabanza y de gloria entre todas las naciones de la tierra, cuando oigan todo el bien que yo les hago. Temerán y temblarán por todo el bien y toda la paz que yo les daré. Así ha dicho el Señor: En este lugar, del cual decís que está desierto, sin hombres y sin animales, en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que están asoladas, sin nadie que habite allí, ni hombre ni animal, ha de oírse aún voz de gozo y de alegría; voz de novio y voz de novia; voz de los que digan: «¡Alabad al Señor de los ejércitos, porque el Señor es bueno, porque para siempre es su misericordia!». Voz de los que traigan ofrendas de acción de gracias a la casa del Señor, porque yo volveré a traer a los cautivos de la tierra, para que sea como al principio, ha dicho el Señor. Así dice el Señor de los ejércitos: En este lugar desierto, sin hombre ni animal, y en todas sus ciudades, aún habrá cabañas de pastores que hagan pastar sus ganados. En las ciudades de las montañas, en las ciudades de la Sefela, en las ciudades del Neguev, en la tierra de Benjamín, alrededor de Jerusalén y en las ciudades de Judá, aún pasarán ganados por las manos del que los cuente, dice el Señor. Vienen días, dice el Señor, en que yo confirmaré la buena palabra que he hablado a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquel tiempo haré brotar a David un Renuevo justo, que actuará conforme al derecho y la justicia en la tierra. En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura. Y se le llamará: «El Señor, justicia nuestra». Porque así dice el Señor: No faltará a David un descendiente que se siente sobre el trono de la casa de Israel, ni a los sacerdotes y levitas faltará un descendiente que delante de mí ofrezca holocausto, encienda ofrenda y haga sacrificio cada día. Vino palabra del Señor a Jeremías: —Así ha dicho el Señor: Si pudiera invalidarse mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no hubiera día ni noche a su debido tiempo, podría también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener un hijo que reine sobre su trono, y mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros. Como no puede ser contado el ejército del cielo ni se puede medir la arena del mar, así multiplicaré la descendencia de David, mi siervo, y de los levitas que me sirven. Vino palabra del Señor a Jeremías: —¿No te has fijado en lo que habla este pueblo: «Las dos familias que el Señor escogió, las ha desechado»? ¡Así de poco valoran a mi pueblo, que ni siquiera lo tienen por nación! Esto ha dicho el Señor: Si yo no he establecido mi pacto con el día y con la noche, si no he puesto las leyes del cielo y de la tierra, entonces es cierto que rechazaré la descendencia de Jacob y de David, mi siervo, para no tomar de entre ellos a quien sea señor sobre la posteridad de Abrahán, de Isaac y de Jacob. Haré volver a sus cautivos y tendré de ellos misericordia.