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MATEO 11:2-30

MATEO 11:2-30 RV2020

Juan, que estaba en la cárcel, había oído los hechos de Cristo y envió a dos de sus discípulos para preguntarle: —¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro? Jesús les respondió: —Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; y dichoso es el que no halle tropiezo en mí. Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a hablar de Juan a la gente: —¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Los que llevan vestiduras delicadas están en los palacios de los reyes. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta, porque este es de quien está escrito: Yo envío mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino. Os aseguro que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan. Todos los profetas y la ley lo profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga. Pero ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas y gritan a sus compañeros: «Tocamos la flauta para vosotros y no bailasteis; entonamos canciones de duelo y no llorasteis», porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: «Demonio tiene». Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: «Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y pecadores». Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos. Entonces comenzó Jesús a reconvenir a las ciudades en las que había hecho muchos de sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: —¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, hace mucho tiempo que habrían hecho penitencia llevando luto y ceniza. Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para Tiro y para Sidón que para vosotras. Y tú, Capernaún, que te encumbras hasta el cielo, hasta el Hades serás precipitada, porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. Por tanto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma que para ti. En aquel tiempo, Jesús exclamó: —Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y a los entendidos y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, y nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.

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