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MATEO 25:1-46

MATEO 25:1-46 RV2020

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de esas muchachas eran previsoras y cinco descuidadas. Las descuidadas tomaron sus lámparas, pero no llevaron consigo aceite; mas las previsoras tomaron aceite en sus alcuzas juntamente con las lámparas. Como el novio tardaba, cabeceaban todas y se durmieron. A la medianoche se oyó un clamor: «¡Aquí viene el novio, salid a recibirle!». Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Las descuidadas dijeron a las previsoras: «Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan». Las previsoras respondieron: «Para que no nos falte ni a nosotras ni a vosotras, mejor será que vayáis a la tienda a comprároslo». Pero mientras ellas fueron a comprarlo, llegó el novio y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Después llegaron también las otras vírgenes y dijeron: «¡Señor, señor, ábrenos!». Mas él respondió diciendo: «Os aseguro que no os conozco». Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir. También el reino de los cielos es como un hombre que, al irse lejos, llamó a sus siervos y les confió la administración de sus bienes. Conforme a su capacidad, a uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno. Luego se fue de viaje. El que había recibido cinco talentos negoció con ellos y ganó otros cinco. El que había recibido dos ganó también otros dos. Pero el que había recibido un talento cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo regresó el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le entregó otros cinco, y le dijo: «Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes: he ganado otros cinco talentos». Su señor le contestó: «Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor». Se acercó también el que había recibido dos talentos y dijo: «Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes: he ganado otros dos». Su señor le contestó: «Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor». Se acercó el que había recibido un talento y dijo: «Señor, sabía que eres hombre severo, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por ello tuve miedo y fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo». Le respondió su señor: «Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros y al venir yo hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento y dádselo al que tiene diez, porque al que tiene se le dará y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera. Allí será el lloro y el rechinar de dientes». Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones. Entonces apartará a los unos de los otros como aparta el pastor las ovejas de los cabritos y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Luego el Rey dirá a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a verme». Los justos preguntarán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a verte?». El Rey les responderá: «Os aseguro que lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis». Y dirá también a los de la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles, porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber; fui forastero y no me recogisteis; estuve desnudo y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel y no me visitasteis». Entonces también ellos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel y no te servimos?». El Rey les responderá: «Os aseguro que lo que no hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí me lo hicisteis». E irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna.

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