MARCOS 14:32-50
MARCOS 14:32-50 RV2020
Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: —Sentaos aquí, mientras que yo oro. Se llevó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: —Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad. Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra y oró pidiendo que si fuera posible pasara de él aquella hora. Y decía: —Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti. Aparta de mí esta copa, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. Vino luego y halló a los discípulos durmiendo, y dijo a Pedro: —Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? Velad y orad para que no entréis en tentación. El espíritu, a la verdad, está dispuesto, pero la carne es débil. Jesús otra vez fue y oró con las mismas palabras. Al volver, de nuevo los halló durmiendo: tenían los ojos cargados de sueño y no sabían qué responderle. Vino la tercera vez y les dijo: —Ya podéis dormir y descansar. Ya todo ha terminado. La hora ha llegado: he aquí el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. Levantaos. Vamos. El que me entrega está cerca. Estando aún hablando, llegó Judas, uno de los doce. Con él venía mucha gente armada con espadas y palos, enviada por los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos. Judas les había dado esta señal: —Al que yo bese, ese es. Apresadle y llevadle bien sujeto. Acercándose a él le dijo: —¡Maestro! ¡Maestro! Y le besó. Quienes venían con él le echaron mano y le prendieron. Pero uno de los que estaban allí sacó la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja. Jesús les dijo: —¿Habéis venido con espadas y con palos para apresarme, como si fuera yo un ladrón? Estuve todos los días con vosotros enseñando en el templo y no me prendisteis. Mas así debe ser, para que se cumplan las Escrituras. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.