NEHEMÍAS 8:1-12
NEHEMÍAS 8:1-12 RV2020
Entonces, se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés, la cual el Señor había dado a Israel. El primer día del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres, y de todos los que podían entender. Desde el alba hasta el mediodía, leyó en el libro frente a la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley. Y el escriba Esdras estaba sobre un estrado de madera que habían levantado para esa ocasión, y junto a él se encontraban, a su derecha, Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam. Abrió, pues, Esdras el libro ante los ojos de todo el pueblo —pues estaba más alto que ellos—; y cuando lo abrió, el pueblo entero estuvo atento. Bendijo entonces Esdras al Señor, Dios grande. Y todo el pueblo, alzó sus manos y respondió: «¡Amén! ¡Amén!»; y se humillaron y adoraron al Señor rostro en tierra. Los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la ley, mientras este se mantenía atento en su lugar. Y leían claramente en el libro de la ley de Dios, y explicaban su sentido, de modo que entendieran la lectura. Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que hacían entender al pueblo dijeron a toda la congregación: —Hoy es día consagrado al Señor, nuestro Dios; no os entristezcáis ni lloréis. Pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la ley. Luego les dijo: —Id, comed alimentos grasos, bebed vino dulce y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque este es día consagrado a nuestro Señor. No os entristezcáis, porque el gozo del Señor es vuestra fuerza. También los levitas calmaban a todo el pueblo, al decirle: —Callad, porque es día santo; no os entristezcáis. Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, a obsequiar porciones y a gozar de gran alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado.