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NÚMEROS 14:1-39

NÚMEROS 14:1-39 RV2020

Entonces toda la congregación gritó y dio voces, y el pueblo lloró aquella noche. Todos los hijos de Israel se quejaron contra Moisés y contra Aarón, y toda la multitud les dijo: —¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá estuviésemos muertos en este desierto! ¿Por qué nos trae el Señor a esta tierra para morir a espada, y para que nuestras mujeres y nuestros niños se conviertan en botín de guerra? ¿No nos sería mejor regresar a Egipto? Y se decían unos a otros: —Designemos un jefe y volvamos a Egipto. Moisés y Aarón se postraron sobre sus rostros delante de toda la multitud de la congregación de los hijos de Israel. Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos y dijeron a toda la congregación de los hijos de Israel: —La tierra que recorrimos y exploramos es tierra muy buena. Si el Señor se agrada de nosotros, él nos llevará a esta tierra y nos la entregará; es una tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra el Señor ni temáis al pueblo de esta tierra, pues vosotros los comeréis como pan. Su amparo se ha apartado de ellos y el Señor está con nosotros: no los temáis. Entonces toda la multitud propuso apedrearlos. Pero la gloria del Señor se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel. Y el Señor dijo a Moisés: —¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? Voy a herirlos de muerte y los voy a destruir, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que ellos. Pero Moisés respondió al Señor: —Lo oirán luego los egipcios, de en medio de los cuales sacaste a este pueblo con tu poder, y se lo dirán a los habitantes de esta tierra, quienes han oído que tú, Señor, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara le aparecías tú, Señor, y que tu nube estaba sobre ellos, que de día ibas delante de ellos en una columna de nube, y de noche en una columna de fuego. Si haces morir a este pueblo como a un solo hombre, las gentes que hayan oído tu fama dirán: «El Señor no pudo introducir a este pueblo en la tierra que había jurado darle; por eso los ha matado en el desierto». Ahora, pues, yo te ruego que sea magnificado el poder del Señor, como lo prometiste al decir: «El Señor es tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la maldad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable, pues castiga el pecado de los padres sobre los hijos hasta la tercera y la cuarta generación». Perdona ahora la maldad de este pueblo según la grandeza de tu misericordia, como lo has venido perdonando desde Egipto hasta aquí. Entonces el Señor dijo: —Yo lo he perdonado, conforme a tu dicho. Pero tan ciertamente como que yo vivo, y que mi gloria llena toda la tierra, que ninguno de los que vieron mi gloria y las señales que hice en Egipto y he hecho en el desierto, los que me han tentado ya diez veces y no han oído mi voz, verá la tierra que juré dar a sus padres; no, ninguno de los que me han irritado la verá. Pero a mi siervo Caleb, por cuanto lo ha animado otro espíritu y ha decidido ir detrás de mí, yo lo haré entrar en la tierra donde ha estado, y su descendencia la tendrá en posesión. Ahora bien, el amalecita y el cananeo habitan en el valle; volveos mañana y salid al desierto, camino del mar Rojo. El Señor dijo a Moisés y a Aarón: —¿Hasta cuándo soportaré a esta depravada multitud que murmura contra mí? Ya he oído las protestas de los hijos de Israel, y cómo se quejan de mí. Diles: Vivo yo, dice el Señor, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros. En este desierto caerán los cadáveres de todos los que fueron censados de entre vosotros, mayores de veinte años y que han murmurado contra mí. A excepción de Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun, ninguno de vosotros entrará en la tierra por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella. Pero a vuestros niños, de quienes dijisteis que se convertirían en botín de guerra, yo los llevaré a esa tierra, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis. En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto. Vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y cargarán con vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. Conforme al número de los días, de los cuarenta días que empleasteis en reconocer la tierra, cargaréis con vuestras iniquidades: cuarenta años, un año por cada día. Así conoceréis mi castigo. Yo, el Señor, he hablado. Así haré a toda esta multitud perversa que se ha juntado contra mí. En este desierto serán consumidos, y ahí morirán. Los hombres que Moisés había enviado a reconocer la tierra, y que al volver habían hecho murmurar contra él a toda la congregación, de modo que habían desacreditado aquel país, aquellos hombres que habían hablado mal de la tierra, murieron delante del Señor por causa de una plaga. Pero Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone quedaron con vida de entre aquellos hombres que habían ido a reconocer la tierra. Moisés dijo estas cosas a todos los hijos de Israel, y el pueblo se afligió mucho.