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FILIPENSES 3:1-21

FILIPENSES 3:1-21 RV2020

Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me molesta escribiros las mismas cosas que ya os he escrito, y para vosotros es útil. Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los que mutilan el cuerpo. Nosotros somos los que tenemos la verdadera circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no ponemos nuestra confianza en esfuerzos humanos. Aunque también yo tengo de qué confiar en los méritos humanos. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en lo que ha hecho, yo más: fui circuncidado al octavo día, soy del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, soy fariseo; en cuanto a celo, fui perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia que se basa en la ley, soy irreprochable. Pero todas las cosas que para mí eran ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y más aún, ciertamente todas las cosas las considero pérdida por el privilegio de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él he perdido todo esto y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y ser hallado en él, no por tener mi propia justicia, que se basa en la ley, sino la que se adquiere por medio de la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios y se basa en la fe. Y así, conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos, hasta llegar a ser semejante a él en su muerte, si es que en alguna manera logro llegar a la resurrección de los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro alcanzar aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: me olvido ciertamente lo que queda atrás y me extiendo a lo que está delante, es decir, prosigo al blanco, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que, todos los que somos perfectos, sintamos esto mismo; y si sentís otra cosa, esto también os lo revelará Dios. Pero en aquello a lo que ya hemos llegado; sigamos una misma regla, sintamos una misma cosa. Hermanos, sed imitadores de mí y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo. El fin de ellos será la perdición. Su dios es el vientre, su orgullo es aquello que debería avergonzarlos, y solo piensan en lo terrenal. Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Él transformará nuestro mísero cuerpo en un cuerpo glorioso semejante al suyo, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.