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SALMOS 10:1-18

SALMOS 10:1-18 RV2020

¿Por qué estás lejos, Señor, y te escondes en el tiempo de la tribulación? Con arrogancia, el malvado persigue al pobre; será atrapado en las trampas que ha preparado. El malvado se jacta del deseo de su alma, bendice al codicioso y desprecia al Señor; el malvado, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; no hay lugar para Dios en ninguno de sus pensamientos. Sus caminos son torcidos en todo tiempo; tus juicios los tiene muy lejos de su vista; a todos sus adversarios desprecia. Dice en su corazón: «No caeré jamás; nunca me alcanzará la desgracia». Llena está su boca de maldición y de engaños y fraude; debajo de su lengua hay insulto y maldad. Se sienta al acecho cerca de las aldeas; en escondrijos mata al inocente. Sus ojos están acechando al desvalido, acecha en oculto, como el león desde su cueva; acecha para atrapar al pobre; atrapa al pobre, pues lo trae a su red. Se encoge, se agacha, y en sus fuertes garras caen muchos desdichados. Dice en su corazón: «Dios lo olvida; cubre su rostro, nunca ve nada». ¡Levántate, Señor Dios, alza tu mano! ¡No te olvides de los pobres! ¿Por qué el malvado te desprecia, mi Dios? En su corazón ha dicho: «Él no habrá de pedirme cuentas». Tú lo has visto, porque miras el trabajo y la vejación, para dar la recompensa con tu mano; a ti se acoge el desvalido; tú eres el amparo del huérfano. ¡Rompe el brazo del inicuo y castiga la maldad del malo hasta que desaparezca por completo! El Señor es Rey eternamente y para siempre; de su tierra desaparecerán las naciones. El deseo de los humildes oíste, Señor; tú los animas y les prestas atención. Tú haces justicia al huérfano y al oprimido, para que el ser humano, hecho de tierra, no siga ya sembrando el terror.

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