APOCALIPSIS 7:1-17
APOCALIPSIS 7:1-17 RV2020
Después de esto vi a cuatro ángeles de pie sobre las cuatro esquinas de la tierra. Estaban allí sujetando los cuatro vientos de la tierra para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre árbol alguno. Vi también otro ángel, que subía desde donde sale el sol y que tenía el sello del Dios vivo. Clamó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, y dijo: —No hagáis daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que a los siervos de nuestro Dios hayamos puesto un sello en la frente. Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados. De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados. De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados. De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados. Después de esto miré, y vi una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Estaban delante del trono, en presencia del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en sus manos. Y clamaban a gran voz: —¡La salvación pertenece a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero! Y todos los ángeles que estaban en pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, se postraron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios diciendo: —¡Amén! Alabanza y gloria, sabiduría, y acción de gracias, honra, poder y fortaleza sean a nuestro Dios para siempre jamás. ¡Amén! Entonces uno de los ancianos me preguntó: —Estos que están vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Yo le dije: —Señor, tú lo sabes. Él me dijo: —Estos son los que han pasado por la gran tribulación; han lavado sus ropas y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y lo sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su protección sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no les abatirá, ni el calor les afligirá , porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los guiará a fuentes de aguas vivas. Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos.