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1 CORINTIOS 12:4-27

1 CORINTIOS 12:4-27 DHHE

Los dones que recibimos son diversos, pero el que los concede es un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero todas lo son por encargo de un mismo Señor. Y hay diversos poderes para actuar, pero es un mismo Dios el que lo realiza todo en todos. Dios da a cada uno alguna prueba de la presencia del Espíritu, para provecho de todos. Por medio del Espíritu, a unos les concede que hablen con sabiduría, y a otros, por el mismo Espíritu, les concede que hablen con profundidad de conocimiento. Unos reciben fe por medio del mismo Espíritu y otros reciben el don de sanar enfermos. Unos reciben poder para hacer milagros y otros tienen el don de profecía. A unos, Dios les da la capacidad de distinguir entre los espíritus falsos y el Espíritu verdadero, y a otros les da la capacidad de hablar en lenguas; y todavía a otros les da la de interpretar lo que en esas lenguas se haya dicho. Pero todas estas cosas las hace el mismo y único Espíritu, dando a cada cual lo que a él mejor le parece. El cuerpo humano, aunque está formado por muchas partes, es un solo cuerpo. Así también Cristo. De la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu. Un cuerpo no se compone de una sola parte, sino de muchas. Si el pie dijera: “Como no soy mano, no soy del cuerpo”, no por eso dejaría de ser del cuerpo. Y si dijese la oreja: “Como no soy ojo, no soy del cuerpo”, no por eso dejaría de ser del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo no podríamos oir, y si todo el cuerpo fuera oído no podríamos oler. Pero Dios ha puesto cada parte del cuerpo en el sitio que mejor le pareció. Si todo fuera una sola parte, no habría cuerpo; pero lo cierto es que las partes son muchas, aunque el cuerpo solo es uno. El ojo no puede decirle a la mano: “No te necesito”, ni la cabeza puede decir a los pies: “No os necesito.” Al contrario, las partes del cuerpo que parecen más débiles son las que más se necesitan, y las partes del cuerpo que menos estimamos son las que vestimos con más cuidado. Y las que consideramos menos presentables son las que tratamos con mayor recato, del cual no tienen necesidad las más presentables. Y es que Dios dispuso el cuerpo de tal manera que las partes menos estimadas reciban mayor honor, para que no haya desunión en el cuerpo, sino que cada parte del cuerpo se preocupe de las otras. Si una parte del cuerpo sufre, todas las demás sufren también; y si una parte recibe atención especial, todas las demás comparten su alegría. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno de vosotros es una parte de él, con su propia función.