1 CORINTIOS 15:12-33
1 CORINTIOS 15:12-33 DHHE
Ahora bien, si nuestro mensaje es que Cristo ha resucitado, ¿cómo dicen algunos de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, el mensaje que predicamos no sirve de nada, ni tampoco sirve de nada la fe que tenéis. Si esto fuera así, seríamos testigos falsos de Dios, puesto que afirmamos que él resucitó a Cristo cuando en realidad no lo habría resucitado de ser verdad que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe no sirve de nada: todavía seguís en vuestros pecados. En este caso también están perdidos los que murieron creyendo en Cristo. Si nuestra esperanza en Cristo solamente se refiere a esta vida, somos los más desdichados de todos los seres humanos. Pero lo cierto es que Cristo ha resucitado. Él es el primer fruto de la cosecha: ha sido el primero en resucitar. Así como por causa de un hombre entró la muerte en el mundo, también por causa de un hombre entró la resurrección de los muertos. Y así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos tendrán vida. Pero cada uno en el orden que le corresponda: Cristo en primer lugar; después, en el momento en que Cristo vuelva, los que le pertenecen. Entonces vendrá el fin, cuando Cristo derrote a todos los señoríos, autoridades y poderes, y entregue el reino al Dios y Padre. Porque Cristo ha de reinar hasta que todos sus enemigos sean puestos debajo de sus pies; y el último enemigo que será derrotado es la muerte. Porque Dios lo ha sometido todo debajo de los pies de Cristo. Aunque al decir que todo le ha quedado sometido es evidente que esto no incluye a Dios mismo, puesto que Dios es quien le sometió todas las cosas. Cuando todo haya quedado sometido a Cristo, entonces Cristo mismo, que es el Hijo, se someterá a Dios, que es quien sometió a él todas las cosas. Así, Dios será todo en todo. De otra manera, los que se bautizan por los muertos, ¿para qué lo hacen? Si los muertos no resucitan, ¿para qué bautizarse por ellos? ¿Y por qué ponernos nosotros en peligro a todas horas? Porque, hermanos, todos los días estoy en peligro de muerte. Esto es tan cierto como la satisfacción que siento por vosotros como creyentes en nuestro Señor Jesucristo. Yo he luchado con las fieras en Éfeso, pero ¿qué he ganado con ello? Si es verdad que los muertos no resucitan, entonces, como algunos dicen, “¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!” No os dejéis engañar. Como se ha dicho: “Las malas compañías echan a perder las buenas costumbres.”