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1 REYES 14:1-24

1 REYES 14:1-24 DHHE

Por aquel tiempo, Abías, el hijo de Jeroboam, cayó enfermo. Y dijo Jeroboam a su mujer: –Anda, ponte un disfraz para que no reconozcan que eres mi mujer, y vete a Siló. Allí vive Ahías, el profeta que me dijo que yo sería rey de esta nación. Toma diez panes, tortas y una jarra de miel, y ve a verle para que te diga lo que va a ser de este niño. Así lo hizo la mujer de Jeroboam. Se preparó y fue a Siló, y llegó a casa de Ahías. Ahías no podía ver, pues su vista se había ido apagando a causa de la vejez, pero el Señor le había hecho saber que la mujer de Jeroboam iría a consultarle acerca de su hijo, que estaba enfermo. También le hizo saber lo que debía responderle, y le advirtió que llegaría disfrazada. Cuando Ahías oyó los pasos de ella, que entraba por la puerta, le dijo: –Entra, mujer de Jeroboam. ¿Por qué te haces pasar por otra? Yo he recibido el encargo de hablarte duramente, así que vuelve y dile a Jeroboam que el Señor, Dios de Israel, ha dicho: ‘Yo te saqué de entre el pueblo y te hice jefe de mi pueblo Israel. Yo le quité el reino a la dinastía de David para dártelo a ti. Pero tú no has sido como David, mi siervo, que cumplió mis mandamientos y me siguió con todo su corazón, y cuyos hechos fueron rectos a mis ojos. Tú te has comportado peor que todos los que hubo antes de ti; tú, para hacerme enojar, te has hecho otros dioses, e imágenes de hierro fundido, y me has despreciado. Por eso voy a traer el mal sobre tu descendencia: haré que mueran todos tus descendientes varones en Israel; ninguno quedará con vida. Barreré por completo tu descendencia, como si barriera estiércol. A tus parientes que mueran en la ciudad se los comerán los perros; y a los que mueran en el campo se los comerán las aves de rapiña, porque yo, el Señor, así lo he dispuesto.’ “En cuanto a ti, mujer, levántate y vete a tu casa. Tan pronto pongas un pie en la ciudad, el niño morirá. Entonces todo Israel hará lamentación por él, y lo enterrarán, pues él será el único descendiente de Jeroboam que tendrá sepultura. Porque de toda la descendencia de Jeroboam, solo en él ha encontrado el Señor, Dios de Israel, algo que le agrade. Después pondrá en Israel un rey que acabará en su día con la dinastía de Jeroboam. De ahora en adelante, el Señor va a sacudir a Israel como la corriente del río sacude las cañas. Lo arrancará de esta buena tierra que dio a sus antepasados y lo arrojará más allá del río Éufrates, por haber hecho representaciones de Astarté causando con ello la irritación del Señor. El Señor entregará a Israel por los pecados que Jeroboam ha cometido y ha hecho cometer a Israel.” Entonces la mujer de Jeroboam se levantó y se fue, y llegó a Tirsá; y en cuanto cruzó el umbral de la casa, el niño murió. Todo Israel fue a su entierro y lloró por él, según lo había anunciado el Señor por medio de su siervo, el profeta Ahías. El resto de la historia de Jeroboam, las batallas en que tomó parte y otros detalles de su reinado, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Jeroboam reinó durante veintidós años, y después de su muerte reinó en su lugar su hijo Nadab. En Judá reinaba Roboam, hijo de Salomón. Tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó durante diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor escogió entre todas las ciudades de las tribus de Israel como residencia de su nombre. La madre de Roboam se llamaba Naamá y era amonita. Pero los hechos de Roboam fueron malos a los ojos del Señor, y le irritaron más que todos los pecados que cometieron sus antepasados, pues también ellos construyeron santuarios en lugares altos y levantaron piedras y troncos sagrados en toda colina alta y debajo de todo árbol frondoso. También los hombres del país practicaban la prostitución como un culto, y se cometían todas las infamias practicadas por las naciones paganas que el Señor había arrojado de la presencia de los israelitas.

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