1 SAMUEL 17:45-58
1 SAMUEL 17:45-58 DHHE
David le contestó: –Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que tú has desafiado. Ahora el Señor te entregará en mis manos, y hoy mismo te mataré y te cortaré la cabeza, y los cadáveres del ejército filisteo se los daré a las aves del cielo y a las fieras. Así todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel; todos los aquí reunidos sabrán que el Señor no salva con espada ni con lanza. Esta batalla es del Señor, y él os entregará en nuestras manos. El filisteo se levantó y salió al encuentro de David, quien, a su vez, rápidamente se dispuso a hacer frente al filisteo: metió su mano en la bolsa, sacó una piedra y, arrojándola con la honda contra el filisteo, le hirió en la frente. Con la piedra clavada en la frente, el filisteo cayó de cara al suelo. Así fue como David venció al filisteo: tan solo con una honda y una piedra lo hirió de muerte. Luego, como David no llevara espada, corrió junto al filisteo y le arrebató la suya; la desenvainó, lo remató y le cortó con ella la cabeza. Cuando los filisteos vieron muerto a su mejor guerrero, salieron huyendo. Entonces los hombres de Israel y de Judá, lanzando gritos de guerra, salieron a perseguirlos hasta la entrada de Gat y las puertas de Ecrón. Por todo el camino que va de Saaraim a Gat y Ecrón se veían cadáveres de soldados filisteos. Después de haber perseguido a los filisteos, los israelitas volvieron y saquearon su campamento. Entonces David tomó la cabeza del filisteo y la llevó a Jerusalén; pero las armas las puso en su tienda de campaña. Saúl, viendo que David salía al encuentro del filisteo, había preguntado a Abner, general de su ejército: –Abner, ¿quién es el padre de ese muchacho? –Juro a Su Majestad que no lo sé –respondió Abner. –Pues encárgate de averiguarlo –dijo el rey. Por eso, cuando David volvía de matar al filisteo trayendo aún su cabeza en la mano, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl, que le preguntó: –Dime, muchacho, ¿de quién eres hijo? David respondió: –Soy hijo de Jesé, el de Belén, servidor de Su Majestad.