2 SAMUEL 16
16
Sibá y Simí
1Apenas había pasado David un poco más allá de la cumbre del monte, cuando Sibá,#16.1 Por haber sido un antiguo servidor de Saúl, podía esperarse que Sibá se pusiera de parte de Absalón (véase 2 S 15.2-6 n.). Para disipar esa sospecha, él se apresuró a dar una prueba tan ostentosa de fidelidad a David. el criado de Mefi-bóset, salió a su encuentro.#16.1 Cf. 2 S 9.9-10. Llevaba un par de asnos aparejados y cargados con doscientos panes, cien tortas de uvas pasas, cien frutas del tiempo y un odre de vino. 2El rey le preguntó:
–¿Para qué traes esto?
Y Sibá contestó:
–Los asnos son para que monte en ellos la familia real; los panes y la fruta, para que coman los soldados, y el vino, para que beban los que se cansen en el desierto.#16.1-2 Véase 2 S 9.10 n.
3–¿Dónde está el nieto de tu amo? –preguntó el rey.
–Se ha quedado en Jerusalén –respondió Sibá–, porque piensa que ahora los israelitas#16.3 Israelitas: es decir, los miembros de las diez tribus del norte, que más tarde formarían el reino de Israel (cf. 1 R 11.29–12.24). le devolverán el reino que le correspondía a su abuelo.#16.3 El reino que le correspondía a su abuelo: Véase 2 S 9.11 n. En 2 S 19.27, el nieto de Saúl dirá que esta declaración de Sibá había sido una calumnia (cf. 2 S 19.26-30).
4–Pues bien –contestó el rey–, ahora es tuyo todo lo que antes era de Mefi-bóset.
–¡Ojalá cuente yo siempre con el favor de Su Majestad! –respondió Sibá, inclinándose ante el rey.
5Cuando el rey David llegó a Bahurim,#16.5 Bahurim: Véase 2 S 3.16 nota i. un hombre de la familia de Saúl salió de allí. Era hijo de Guerá y se llamaba Simí, e iba maldiciendo 6y tirando piedras contra David y contra todos sus oficiales; y aunque el rey estaba protegido por la gente y por su guardia personal, 7Simí lo maldecía diciendo:
–¡Largo de aquí, malvado asesino! 8¡El Señor te ha castigado por todos los crímenes que cometiste contra la familia de Saúl para reinar en su lugar! ¡Ahora el Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, y aquí estás, víctima de tu propia maldad, pues no eres otra cosa que un asesino!#16.5-8 Los familiares de Saúl tenían bien presente con qué habilidad había actuado David para reinar en lugar de él. También recordaban que David había puesto e manos de los gabaonitas a los hijos varones de Saúl para que los ejecutaran (2 S 21.1-10). De ahí que pudieran acusarlo de haber sido el verdadero responsable de aquellas muertes.
9Entonces Abisai, hijo de Seruiá, dijo al rey:
–¿Por qué este perro muerto#16.9 Perro muerto: Véase 2 S 9.8 n. ha de ofender a Su Majestad? ¡Ahora mismo voy a cortarle la cabeza!
10Pero el rey respondió:
–Este no es asunto vuestro, hijos de Seruiá. Si él me maldice, será porque el Señor se lo ha ordenado. Y en tal caso, ¿quién puede pedirle cuentas de lo que hace?
11Luego, dirigiéndose a Abisai y a todos sus oficiales, dijo:
–Si hasta mi propio hijo procura quitarme la vida, ¡cuánto más uno de la tribu de Benjamín! ¡Dejadle que me maldiga, pues el Señor se lo habrá ordenado! 12Quizá cuando el Señor vea mi aflicción me envíe bendiciones en lugar de las maldiciones que hoy escucho.
13Y David y sus hombres siguieron su camino, mientras que Simí se fue por la ladera del monte, paralelamente a David, maldiciendo y arrojando piedras y levantando polvo. 14Cuando el rey y la gente que le acompañaba llegaron al río Jordán,#16.14 Al río Jordán: según la versión griega (LXX). En el texto hebreo no aparece esta frase. iban muy cansados, y descansaron allí.
Absalón entra en Jerusalén
15Absalón, en tanto, entró en Jerusalén acompañado por todos los israelitas y por Ahitófel. 16Entonces Husai el arquita, amigo de David,#16.16 Amigo de David: Véase 2 S 15.37 n. salió al encuentro de Absalón gritando:
–¡Viva el rey! ¡Viva el rey!
17Absalón le preguntó:
–¿Es esta tu lealtad hacia tu amigo? ¿Por qué no te fuiste con él?
18–No puedo –le respondió Husai–, porque yo debo estar y quedarme con quien el Señor y todo el pueblo israelita hayan escogido. 19En segundo lugar, si a alguien debo servir, que sea al hijo de mi amigo. Así que yo serviré a Su Majestad de la misma manera que he servido a su padre.
20Más tarde, Absalón preguntó a Ahitófel:
–¿Qué aconsejáis que hagamos?
21Y Ahitófel respondió a Absalón:
–Acuéstate con las concubinas de tu padre, las que él dejó para que cuidaran el palacio. Así todos en Israel comprenderán que te has hecho odioso a tu padre, y tendrán más ánimo todos los que están de tu parte.
22Entonces pusieron para Absalón una tienda de campaña sobre la azotea, y allí se acostó Absalón con las concubinas de su padre, a la vista de todos los israelitas;#16.21-22 Véase 2 S 12.8 n. #16.22 Cf. 2 S 12.11-12. Con este gesto provocativo, Absalón hacía pública su rebeldía y usurpaba el puesto del rey. 23pues, en aquel tiempo, pedir un consejo a Ahitófel era como consultar la palabra de Dios. Tal era el prestigio de Ahitófel, tanto para David como para Absalón.
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Sibá y Simí
1Apenas había pasado David un poco más allá de la cumbre del monte, cuando Sibá,#16.1 Por haber sido un antiguo servidor de Saúl, podía esperarse que Sibá se pusiera de parte de Absalón (véase 2 S 15.2-6 n.). Para disipar esa sospecha, él se apresuró a dar una prueba tan ostentosa de fidelidad a David. el criado de Mefi-bóset, salió a su encuentro.#16.1 Cf. 2 S 9.9-10. Llevaba un par de asnos aparejados y cargados con doscientos panes, cien tortas de uvas pasas, cien frutas del tiempo y un odre de vino. 2El rey le preguntó:
–¿Para qué traes esto?
Y Sibá contestó:
–Los asnos son para que monte en ellos la familia real; los panes y la fruta, para que coman los soldados, y el vino, para que beban los que se cansen en el desierto.#16.1-2 Véase 2 S 9.10 n.
3–¿Dónde está el nieto de tu amo? –preguntó el rey.
–Se ha quedado en Jerusalén –respondió Sibá–, porque piensa que ahora los israelitas#16.3 Israelitas: es decir, los miembros de las diez tribus del norte, que más tarde formarían el reino de Israel (cf. 1 R 11.29–12.24). le devolverán el reino que le correspondía a su abuelo.#16.3 El reino que le correspondía a su abuelo: Véase 2 S 9.11 n. En 2 S 19.27, el nieto de Saúl dirá que esta declaración de Sibá había sido una calumnia (cf. 2 S 19.26-30).
4–Pues bien –contestó el rey–, ahora es tuyo todo lo que antes era de Mefi-bóset.
–¡Ojalá cuente yo siempre con el favor de Su Majestad! –respondió Sibá, inclinándose ante el rey.
5Cuando el rey David llegó a Bahurim,#16.5 Bahurim: Véase 2 S 3.16 nota i. un hombre de la familia de Saúl salió de allí. Era hijo de Guerá y se llamaba Simí, e iba maldiciendo 6y tirando piedras contra David y contra todos sus oficiales; y aunque el rey estaba protegido por la gente y por su guardia personal, 7Simí lo maldecía diciendo:
–¡Largo de aquí, malvado asesino! 8¡El Señor te ha castigado por todos los crímenes que cometiste contra la familia de Saúl para reinar en su lugar! ¡Ahora el Señor ha entregado el reino a tu hijo Absalón, y aquí estás, víctima de tu propia maldad, pues no eres otra cosa que un asesino!#16.5-8 Los familiares de Saúl tenían bien presente con qué habilidad había actuado David para reinar en lugar de él. También recordaban que David había puesto e manos de los gabaonitas a los hijos varones de Saúl para que los ejecutaran (2 S 21.1-10). De ahí que pudieran acusarlo de haber sido el verdadero responsable de aquellas muertes.
9Entonces Abisai, hijo de Seruiá, dijo al rey:
–¿Por qué este perro muerto#16.9 Perro muerto: Véase 2 S 9.8 n. ha de ofender a Su Majestad? ¡Ahora mismo voy a cortarle la cabeza!
10Pero el rey respondió:
–Este no es asunto vuestro, hijos de Seruiá. Si él me maldice, será porque el Señor se lo ha ordenado. Y en tal caso, ¿quién puede pedirle cuentas de lo que hace?
11Luego, dirigiéndose a Abisai y a todos sus oficiales, dijo:
–Si hasta mi propio hijo procura quitarme la vida, ¡cuánto más uno de la tribu de Benjamín! ¡Dejadle que me maldiga, pues el Señor se lo habrá ordenado! 12Quizá cuando el Señor vea mi aflicción me envíe bendiciones en lugar de las maldiciones que hoy escucho.
13Y David y sus hombres siguieron su camino, mientras que Simí se fue por la ladera del monte, paralelamente a David, maldiciendo y arrojando piedras y levantando polvo. 14Cuando el rey y la gente que le acompañaba llegaron al río Jordán,#16.14 Al río Jordán: según la versión griega (LXX). En el texto hebreo no aparece esta frase. iban muy cansados, y descansaron allí.
Absalón entra en Jerusalén
15Absalón, en tanto, entró en Jerusalén acompañado por todos los israelitas y por Ahitófel. 16Entonces Husai el arquita, amigo de David,#16.16 Amigo de David: Véase 2 S 15.37 n. salió al encuentro de Absalón gritando:
–¡Viva el rey! ¡Viva el rey!
17Absalón le preguntó:
–¿Es esta tu lealtad hacia tu amigo? ¿Por qué no te fuiste con él?
18–No puedo –le respondió Husai–, porque yo debo estar y quedarme con quien el Señor y todo el pueblo israelita hayan escogido. 19En segundo lugar, si a alguien debo servir, que sea al hijo de mi amigo. Así que yo serviré a Su Majestad de la misma manera que he servido a su padre.
20Más tarde, Absalón preguntó a Ahitófel:
–¿Qué aconsejáis que hagamos?
21Y Ahitófel respondió a Absalón:
–Acuéstate con las concubinas de tu padre, las que él dejó para que cuidaran el palacio. Así todos en Israel comprenderán que te has hecho odioso a tu padre, y tendrán más ánimo todos los que están de tu parte.
22Entonces pusieron para Absalón una tienda de campaña sobre la azotea, y allí se acostó Absalón con las concubinas de su padre, a la vista de todos los israelitas;#16.21-22 Véase 2 S 12.8 n. #16.22 Cf. 2 S 12.11-12. Con este gesto provocativo, Absalón hacía pública su rebeldía y usurpaba el puesto del rey. 23pues, en aquel tiempo, pedir un consejo a Ahitófel era como consultar la palabra de Dios. Tal era el prestigio de Ahitófel, tanto para David como para Absalón.
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