2 TIMOTEO 2:1-26
2 TIMOTEO 2:1-26 DHHE
Tú, hijo mío, saca fuerzas de la gracia que has recibido de Cristo Jesús. Y lo que me has oído decir delante de muchos testigos, encárgaselo a hombres de confianza que sean capaces de enseñárselo a otros. Toma tu parte en los sufrimientos, como un buen soldado de Cristo Jesús. Ningún soldado en servicio activo se enreda en los asuntos de la vida civil, porque tiene que agradar a su superior. De la misma manera, el deportista no puede recibir el premio si no compite conforme a las reglas del juego. El que trabaja en el campo tiene derecho a ser el primero en recibir parte de la cosecha. Piensa en esto que te digo y el Señor te lo hará comprender todo. Acuérdate de Jesucristo, que resucitó y que era descendiente del rey David: este es el evangelio que predico. Y por este evangelio soporto sufrimientos; incluso el estar encadenado como un criminal. ¡Pero la palabra de Dios no está encadenada! Por eso lo soporto todo en bien de los que Dios ha escogido, para que también ellos alcancen la salvación gloriosa y eterna en Cristo Jesús. Esto es muy cierto: Si morimos con él, también viviremos con él; si sufrimos, tendremos parte en su reino; si le negamos, también él nos negará; si no somos fieles, él sigue siendo fiel, porque no puede negarse a sí mismo. Recuérdales esto y encárgales delante de Dios que dejen de discutir por cuestiones de palabras. Esas discusiones no sirven para nada y lo que hacen es perjudicar a quienes las escuchan. Haz todo lo posible por presentarte delante de Dios como un trabajador aprobado que no tiene de qué avergonzarse, que enseña debidamente el mensaje de la verdad. Evita palabrerías mundanas y vacías; los que así hablan se hunden cada vez más en la maldad y sus enseñanzas corroen como la gangrena. Esto sucede con Himeneo y Fileto, que se han desviado de la verdad diciendo que nuestra resurrección ya ha tenido lugar, y que andan trastornando de esa manera la fe de algunos. Pero Dios ha puesto una base firme, en la cual está escrito: “El Señor conoce a los que le pertenecen”, y también: “Que se aparte de la maldad todo el que invoca el nombre del Señor”. En una casa grande, no solo hay objetos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; los unos destinados a usos nobles y los otros al uso común. Para ser de uso noble, consagrado y útil al Señor, tiene uno que mantenerse limpio de todo lo malo. Entonces será útil para cualquier cosa buena. Huye, pues, de las pasiones de la juventud y vive con rectitud, fe, amor y paz, junto con todos los que de limpio corazón invocan al Señor. No hagas caso de discusiones sin ton ni son; ya sabes que traen disgustos. Y un siervo del Señor no debe andar en peleas; al contrario, debe ser amable con todos. Debe ser apto para enseñar; debe tener paciencia y corregir con corazón humilde a los rebeldes. Acaso Dios les conceda volverse a él y conocer la verdad. Así se despertarán, y escaparán de la trampa en la que el diablo los tiene presos y sometidos a su voluntad.