HECHOS 8:26-36
HECHOS 8:26-36 DHHE
Pasadas estas cosas, un ángel del Señor dijo a Felipe: “Levántate y dirígete al sur por el camino de Jerusalén a Gaza.” Este camino pasa por el desierto. Felipe se levantó y se puso en marcha. En el camino se encontró con un hombre de Etiopía. Era un alto funcionario, tesorero de la reina de Etiopía, el cual había ido a Jerusalén a adorar a Dios. Iba de regreso a su país, sentado en su carro y leyendo el libro del profeta Isaías. El Espíritu dijo a Felipe: “Ve y acércate a ese carro.” Felipe se acercó y oyó que el etíope leía el libro de Isaías. Le preguntó: –Pero ¿entiendes lo que estás leyendo? El etíope le contestó: –¿Cómo voy a entenderlo si no tengo quien me lo explique? Y pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este: “Fue llevado como oveja al matadero; como un cordero que calla delante de los que lo trasquilan, así tampoco abrió él la boca. Fue humillado y no se le hizo justicia. ¿Quién podrá hablar de su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.” El funcionario etíope preguntó a Felipe: –Dime, por favor, ¿a quién se refiere el profeta, a él mismo o a algún otro? Entonces Felipe, partiendo del pasaje de la Escritura que leía el etíope, le anunció la buena noticia acerca de Jesús. Más tarde, al pasar por un sitio donde había agua, el funcionario dijo: –Aquí hay agua, ¿no podría yo ser bautizado?