ÉXODO 16:1-35
ÉXODO 16:1-35 DHHE
Toda la comunidad israelita salió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí. Era el día quince del mes segundo después de su salida de Egipto. Allí, en el desierto, comenzaron todos a murmurar contra Moisés y Aarón, y les decían: –¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne, y comíamos hasta hartanos; pero vosotros nos habéis traído al desierto para matarnos a todos de hambre. Entonces el Señor dijo a Moisés: –Voy a hacer que os llueva comida del cielo. La gente saldrá a diario a recoger únicamente lo necesario para el día. Quiero ver quién obedece mis instrucciones y quién no. El sexto día, al preparar lo que han de llevar a casa, deberán recoger el doble de lo que recogen cada día. Moisés y Aarón dijeron entonces a los israelitas: –Por la tarde sabréis que el Señor fue quien os sacó de Egipto, y por la mañana veréis la gloria del Señor, pues ha oído que murmurasteis contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros para que nos critiquéis? Y añadió Moisés: –Por la tarde, el Señor os dará carne para comer, y por la mañana os dará pan en abundancia, pues ha oído que murmurasteis contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros? No habéis murmurado contra nosotros, sino contra el Señor. Luego Moisés dijo a Aarón: –Di a todos los israelitas que se acerquen a la presencia del Señor, pues él ha escuchado sus murmuraciones. En el momento en que Aarón estaba hablando con los israelitas, todos ellos miraron hacia el desierto, y la gloria del Señor se apareció en una nube. Y el Señor se dirigió a Moisés y le dijo: –He oído murmurar a los israelitas. Habla con ellos y diles: ‘Al atardecer comeréis carne, y por la mañana comeréis hasta quedar satisfechos. Así sabréis que yo soy el Señor vuestro Dios.’ Aquella misma tarde llegaron codornices, las cuales llenaron el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Después que el rocío se hubo evaporado, algo muy fino, parecido a la escarcha, quedó sobre la superficie del desierto. Los israelitas, no sabiendo qué era aquello, al verlo se decían unos a otros: “¿Y esto qué es?” Moisés les dijo: –Este es el pan que el Señor os da como alimento. Y esta es la orden que ha dado el Señor: ‘Recoja cada uno de vosotros lo que necesite para comer y, según el número de personas que haya en su casa, tome más o menos dos litros por persona.’ Los israelitas lo hicieron así. Unos recogieron más y otros menos, según la medida señalada; y ni sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco. Cada uno había recogido la cantidad que necesitaba para comer. Luego Moisés les dijo: –Nadie debe dejar nada para mañana. Sin embargo, algunos no hicieron caso a Moisés y dejaron algo para el otro día; pero lo que guardaron se llenó de gusanos, y apestaba. Entonces Moisés se enojó con ellos. Cada uno recogía por la mañana lo que necesitaba para comer, pues el calor del sol lo derretía. Pero el sexto día recogieron doble porción de comida, es decir, unos cuatro litros por persona; entonces los jefes de la comunidad fueron a contárselo a Moisés, y Moisés les dijo: –Eso es lo que el Señor ha ordenado. Mañana es sábado, día de reposo consagrado al Señor. Cocinad hoy lo que tengáis que cocinar, y hervid lo que tengáis que hervir, y guardad para mañana todo lo que os sobre. De acuerdo con la orden de Moisés, ellos guardaron para el día siguiente lo que les había sobrado, y no apestaba ni se llenó de gusanos. Entonces Moisés dijo: –Comedlo hoy, que es sábado, el día consagrado al Señor, pues en este día no encontraréis nada en el campo. Podréis recogerlo durante seis días, pero el séptimo día, que es sábado, no habrá nada. Algunos de ellos salieron el séptimo día a recoger algo, pero no encontraron nada. Entonces el Señor dijo a Moisés: –¿Hasta cuándo vais a seguir desobedeciendo mis mandamientos y mis enseñanzas? Tened en cuenta que yo, el Señor, os he dado un día de reposo; por eso, el sexto día os doy comida para dos días. Así que el séptimo día debe quedarse cada uno en su casa y no salir de ella. Entonces la gente reposó el día séptimo. Los israelitas llamaron maná a lo que recogían. Era blanco, como semilla de cilantro, y dulce como hojuelas con miel. Después Moisés dijo: –Esta es la orden que ha dado el Señor: ‘Llenad de maná una medida de dos litros y guardadlo para vuestros descendientes, para que vean la comida que yo os di en el desierto cuando os saqué de Egipto.’ A Aarón le dijo: –Toma una canasta y pon en ella unos dos litros de maná. Ponla después en la presencia del Señor, y que se guarde para vuestros descendientes. De acuerdo con la orden que el Señor dio a Moisés, Aarón puso la canasta ante el arca del pacto, para que fuera guardada. Los israelitas comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierras habitadas; es decir, lo comieron hasta que llegaron a las fronteras de la tierra de Canaán.