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GÉNESIS 18:1-21

GÉNESIS 18:1-21 DHHE

El Señor se apareció a Abraham en el encinar de Mamré, mientras Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda de campaña, como a mediodía. Abraham alzó la mirada y vio a tres hombres que estaban de pie frente a él. Al verlos, se levantó rápidamente a recibirlos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente y dijo: –Mi señor, por favor te suplico que no te vayas en seguida. Si te parece bien, haré traer un poco de agua para que os lavéis los pies, y luego descansad un rato bajo la sombra del árbol. Ya que habéis pasado por donde vive este servidor vuestro, os traeré algo de comer para que repongáis vuestras fuerzas antes de seguir vuestro camino. –Bueno, está bien –contestaron ellos. Abraham entró en su tienda de campaña y dijo a Sara: –¡Date prisa! Toma unos veinte kilos de la mejor harina y haz unos panes. Luego Abraham corrió a donde estaba el ganado, escogió el mejor de los becerros y se lo dio a uno de sus sirvientes, quien lo preparó inmediatamente para la comida. Además del becerro, Abraham les ofreció cuajada y leche, y estuvo atento a servirles mientras ellos comían debajo del árbol. Al terminar de comer, los visitantes preguntaron a Abraham: –¿Dónde está tu esposa Sara? –Allí, en la tienda de campaña –respondió. Entonces uno de ellos dijo: –El año próximo volveré a visitarte, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo. Mientras tanto, Sara estaba escuchando toda la conversación a espaldas de Abraham, a la entrada de la tienda. Abraham y Sara ya eran muy ancianos, y Sara había dejado de tener sus periodos de menstruación. Por eso Sara no pudo contener la risa, y pensó: “¿Cómo voy a tener ese gusto, ahora que mi esposo y yo somos tan viejos?” Pero el Señor dijo a Abraham: –¿Por qué se ríe Sara? ¿No cree que puede tener un hijo a pesar de su edad? ¿Hay acaso algo tan difícil que el Señor no pueda hacerlo? El año próximo volveré a visitarte, y para entonces Sara tendrá un hijo. Al escuchar esto, Sara tuvo miedo y quiso negar. Por eso dijo: –Yo no me estaba riendo. Pero el Señor le contestó: –Yo sé que te reíste. Después los visitantes se levantaron y echaron a andar hacia la ciudad de Sodoma. Abraham los acompañaba, para despedirse de ellos. Entonces el Señor pensó: “Debo decirle a Abraham lo que voy a hacer, ya que él va a ser el padre de una nación grande y fuerte. Le he prometido bendecir por medio de él a todas las naciones del mundo. Yo le he escogido para que mande a sus hijos y descendientes que obedezcan mis enseñanzas y hagan todo lo que es bueno y correcto, para que yo cumpla todo lo que le he prometido.” Así que el Señor le dijo: –La gente de Sodoma y Gomorra tiene tan mala fama, y su pecado es tan grave, que ahora voy allá para ver si en verdad su maldad es tan grande como se me ha dicho. Así lo sabré.

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