ISAÍAS 28:1-13
ISAÍAS 28:1-13 DHHE
¡Ay de Samaria, orgullo y corona de Efraín, ese pueblo borracho; adorno glorioso de flores marchitas, que se alza por encima del fértil valle; ciudad de gente dominada por el vino! El Señor tiene reservado un hombre fuerte, poderoso como tormenta de granizo, como tempestad destructora, como lluvia torrencial, como terrible inundación. Con la mano echará por tierra, y con los pies aplastará a la que es orgullo y corona de ese pueblo borracho de Efraín. Y el adorno glorioso de flores marchitas que se alza por encima del fértil valle, será como los primeros higos de la temporada, que en cuanto alguien los ve y los tiene a mano, se los come. Aquel día, el Señor todopoderoso será una corona gloriosa, un adorno magnífico para los que queden de su pueblo, e inspirará justicia a los jueces en el tribunal y valor a los soldados que defiendan la ciudad. También hay otros que se tambalean por el vino y dan traspiés por el licor: sacerdotes y profetas se tambalean por el licor, se atontan con el vino; dan traspiés por el licor, se tambalean al tener visiones y están borrachos al dictar sentencia. Todas las mesas están llenas de vómito asqueroso, y no hay un solo lugar limpio. Hablan de mí y dicen: “¡Venir a darnos lecciones a nosotros, a enseñarnos lo que Dios ha revelado! ¡Como si fuéramos niños pequeños que apenas estuvieran aprendiendo a leer: ba be bi bo bu!” Pues bien, si no hacen caso, será en lenguaje enredado, en idioma extraño, como Dios hablará a este pueblo. Ya él les había dicho antes: “Aquí está la calma, aquí está el descanso. Que descanse el fatigado.” Pero no quisieron hacerle caso. Por eso, el Señor les hablará como si fueran niños chiquitos que estuvieran aprendiendo a leer. Y así, al caminar, caerán de espaldas, se herirán, caerán en la trampa, quedarán atrapados.