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JUAN 8:31-51

JUAN 8:31-51 DHHE

Jesús dijo a los judíos que habían creído en él: –Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Ellos le contestaron: –Nosotros somos descendientes de Abraham y nunca fuimos esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú que seremos libres? Jesús les dijo: –Os aseguro que todos los que pecan son esclavos del pecado. Un esclavo no pertenece para siempre a la familia, pero un hijo sí pertenece a ella para siempre. Así que, si el Hijo os hace libres, seréis verdaderamente libres. Ya sé que sois descendientes de Abraham, pero queréis matarme porque no aceptáis mi palabra. Yo hablo de lo que el Padre me ha mostrado, y vosotros hacéis lo que vuestro padre os ha dicho. Dijeron ellos: –¡Nuestro padre es Abraham! Pero Jesús les respondió: –Si de veras fuerais hijos de Abraham, haríais lo que él hizo. Pero a mí, que os digo la verdad que Dios me ha enseñado, queréis matarme. ¡Y eso nunca lo hizo Abraham! Vosotros hacéis lo mismo que vuestro padre. Dijeron: –¡Nosotros no somos unos bastardos! ¡Nuestro único padre es Dios! Jesús les contestó: –Si Dios fuese de veras vuestro padre, me amaríais, porque yo, que estoy aquí, vengo de Dios. No he venido por mi propia cuenta, sino que Dios me ha enviado. ¿Por qué no podéis entender mi mensaje? Porque no queréis escuchar mi palabra. Vuestro padre es el diablo: vosotros le pertenecéis, y tratáis de hacer lo que él quiere. Desde el principio, el diablo ha sido un asesino; jamás se ha basado en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando miente, habla como lo que es: mentiroso y padre de la mentira. En cambio a mí, que digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros puede demostrar que he cometido pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios escucha las palabras de Dios, pero vosotros no queréis escuchar porque no sois de Dios. Los judíos dijeron a Jesús: –Tenemos razón cuando afirmamos que eres un samaritano y que tienes un demonio. Jesús les contestó: –No tengo ningún demonio. Lo que hago es honrar a mi Padre. Vosotros, en cambio, me deshonráis. Yo no quiero que me honréis, pero hay uno que quiere que se me honre, y él juzga. Os aseguro que quien hace caso a mi palabra no morirá.

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