JOSUÉ 7:11-26
JOSUÉ 7:11-26 DHHE
Los israelitas han pecado y han roto el pacto que yo hice con ellos. Tomaron de las cosas que debían ser destruidas; las robaron sabiendo que hacían mal, y las han escondido entre sus pertenencias. Por eso los israelitas no podrán hacer frente a sus enemigos. Tendrán que huir de ellos, pues ahora los israelitas mismos merecen ser destruidos. Y si no destruís pronto lo que ordené que se destruyera, no estaré más con vosotros. Levántate y convoca al pueblo. Diles que se preparen para presentarse mañana delante de mí, porque yo, el Señor y Dios de Israel, digo esto: ‘Tú, Israel, has tomado lo que debió ser destruido por completo, y mientras no lo destruyas y lo eches fuera de ti, no podrás hacer frente a tus enemigos.’ Mañana presentaos todos por tribus, y la tribu que yo señale presentará a cada uno de sus clanes; el clan que yo señale presentará a cada una de sus familias, y la familia que yo señale presentará a cada uno de sus hombres. Y el que tenga en su poder lo que debió ser destruido, será quemado con su familia y con todo cuanto posee, por haber hecho en Israel una cosa indigna y no haber cumplido el pacto del Señor. Al día siguiente se levantó Josué muy temprano, y mandó que la gente se presentara repartida en tribus. Y el Señor señaló a la tribu de Judá. Entonces Josué hizo que la tribu de Judá presentara a cada uno de sus clanes, y fue señalado el clan de Zérah. De entre los de Zérah fue señalada la familia de Zabdí. Cuando los hombres de la familia de Zabdí se acercaron uno por uno, fue señalado Acán, el hijo de Carmí, que era nieto de Zabdí y bisnieto de Zérah, de la tribu de Judá. Entonces Josué dijo a Acán: –Hijo mío, da honor y alabanza al Señor y Dios de Israel diciéndome lo que has hecho. ¡No me lo ocultes! Acán le contestó: –En verdad, confieso que he pecado contra el Señor y Dios de Israel. Esto es lo que hice: entre las cosas que tomamos en Jericó vi un bello manto de Babilonia, doscientas monedas de plata y una barra de oro que pesaba más de medio kilo. Me gustaron esas cosas y me quedé con ellas; las he enterrado debajo de mi tienda de campaña, poniendo el dinero en el fondo. Josué mandó en seguida unos hombres a la tienda de Acán, los cuales encontraron todo lo que allí estaba escondido, con la plata en el fondo. Lo tomaron y se lo llevaron a Josué y a los israelitas, los cuales se lo presentaron al Señor. Luego se llevaron a Acán al valle de Acor junto con la plata, el manto, la barra de oro, sus hijos y sus hijas, sus bueyes, asnos y ovejas, y su tienda y todo lo que era suyo. Josué le dijo: –¿Por qué has traído esta desgracia sobre nosotros? Ahora, que el Señor haga caer sobre ti la desgracia que nos trajiste. Dicho esto, todos los israelitas mataron a pedradas a Acán y a los suyos, y luego los quemaron. Después pusieron sobre él un gran montón de piedras, que todavía sigue en pie. Por esta razón, aquel lugar aún se llama valle de Acor. Así se calmó la ira del Señor contra Israel.