MIQUEAS MIQUEAS
MIQUEAS
INTRODUCCIÓN
Miqueas, como su contemporáneo Isaías, ejerció la actividad profética en el reino de Judá, en la segunda mitad del siglo VIII a.C. Pero, a diferencia de Isaías, que vivía en Jerusalén, Miqueas estaba afincado en una zona rural. Su lugar de origen era Moréset, población situada a unos 40 km. al sudoeste de Jerusalén. En esa región de fértiles colinas, aptas para los trabajos agrícolas, conoció y compartió los sufrimientos de los pequeños campesinos, siempre expuestos a las arbitrariedades de los que, porque tienen el poder en sus manos, codician terrenos, y se apoderan de ellos (Miq 2.1-2).
Los siete capítulos que forman el libro de Miqueas (=Miq) pueden dividirse en tres secciones. En la primera parte (caps. 1–3), predominan los temas de crítica social, que relacionan estrechamente la predicación de Miqueas con la de Amós e Isaías. Con audacia y, a veces, en tono violento, el profeta echa en cara a Israel sus pecados y rebeldías (3.8): el acaparamiento de tierras, la corrupción de los tribunales y el pillaje al que se entregan las clases dirigentes. También polemiza con los falsos profetas (3.5-7) y denuncia la falsa seguridad de los que dicen: “El Señor está con nosotros; nada malo nos puede suceder” (3.11). En este contexto se destaca el anuncio de la destrucción de Jerusalén y del templo (3.12). Ese anuncio causó tanta impresión, que un siglo más tarde todavía estaba vivo en la memoria de la gente de Jerusalén (cf. Jer 26.18).
En la segunda parte del libro (caps. 4–5), vuelven a encontrarse los temas fundamentales de la primera sección (cf. 5.11-13), pero a las denuncias y amenazas se contraponen varios mensajes de esperanza y anuncios de salvación. Jerusalén va a ser restaurada después de la destrucción, y a ella acudirán todas las naciones para encontrar al verdadero Dios y ser instruidas por su Palabra (4.1-2). De Belén, el humilde pueblo natal de David, saldrá un rey que gobernará con el poder de Dios y traerá personalmente la paz (5.2-5). En esa era de paz, con el hierro de espadas y lanzas se fabricarán arados y herramientas de trabajo (4.3).
En la tercera parte (caps. 6–7), el Señor dirige a Israel un reproche que figura entre los pasajes más conmovedores de toda la Biblia (6.3-5). Hay también una breve instrucción sobre lo que el Señor espera de sus fieles (6.8), y una nueva referencia al pequeño resto del pueblo de Dios, es decir, a los que aún quedarán después de la prueba que el Señor impondrá a Israel para purificarlo de sus pecados e infidelidades (7.18; cf. 2.12; 4.6-7; 5.7-8). El libro concluye con una plegaria dirigida al Señor, el pastor de Israel, para que perdone los pecados de su pueblo, renueve las maravillas del pasado y le asegure un futuro feliz (7.14-17).
En líneas generales, el libro de Miqueas consta de las partes siguientes:
I. Juicio de Dios sobre Samaria. Denuncias y amenazas contra Jerusalén y las ciudades de Judá. Acusaciones contra las clases dirigentes (1–3).
II. Afluencia de las naciones al monte Sión. Victoria sobre los enemigos de Israel. Anuncio del futuro rey mesiánico (4–5).
III. Reproches del Señor a su pueblo y promesas de salvación (6–7).
Actualmente seleccionado:
MIQUEAS MIQUEAS: DHHE
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MIQUEAS MIQUEAS
MIQUEAS
INTRODUCCIÓN
Miqueas, como su contemporáneo Isaías, ejerció la actividad profética en el reino de Judá, en la segunda mitad del siglo VIII a.C. Pero, a diferencia de Isaías, que vivía en Jerusalén, Miqueas estaba afincado en una zona rural. Su lugar de origen era Moréset, población situada a unos 40 km. al sudoeste de Jerusalén. En esa región de fértiles colinas, aptas para los trabajos agrícolas, conoció y compartió los sufrimientos de los pequeños campesinos, siempre expuestos a las arbitrariedades de los que, porque tienen el poder en sus manos, codician terrenos, y se apoderan de ellos (Miq 2.1-2).
Los siete capítulos que forman el libro de Miqueas (=Miq) pueden dividirse en tres secciones. En la primera parte (caps. 1–3), predominan los temas de crítica social, que relacionan estrechamente la predicación de Miqueas con la de Amós e Isaías. Con audacia y, a veces, en tono violento, el profeta echa en cara a Israel sus pecados y rebeldías (3.8): el acaparamiento de tierras, la corrupción de los tribunales y el pillaje al que se entregan las clases dirigentes. También polemiza con los falsos profetas (3.5-7) y denuncia la falsa seguridad de los que dicen: “El Señor está con nosotros; nada malo nos puede suceder” (3.11). En este contexto se destaca el anuncio de la destrucción de Jerusalén y del templo (3.12). Ese anuncio causó tanta impresión, que un siglo más tarde todavía estaba vivo en la memoria de la gente de Jerusalén (cf. Jer 26.18).
En la segunda parte del libro (caps. 4–5), vuelven a encontrarse los temas fundamentales de la primera sección (cf. 5.11-13), pero a las denuncias y amenazas se contraponen varios mensajes de esperanza y anuncios de salvación. Jerusalén va a ser restaurada después de la destrucción, y a ella acudirán todas las naciones para encontrar al verdadero Dios y ser instruidas por su Palabra (4.1-2). De Belén, el humilde pueblo natal de David, saldrá un rey que gobernará con el poder de Dios y traerá personalmente la paz (5.2-5). En esa era de paz, con el hierro de espadas y lanzas se fabricarán arados y herramientas de trabajo (4.3).
En la tercera parte (caps. 6–7), el Señor dirige a Israel un reproche que figura entre los pasajes más conmovedores de toda la Biblia (6.3-5). Hay también una breve instrucción sobre lo que el Señor espera de sus fieles (6.8), y una nueva referencia al pequeño resto del pueblo de Dios, es decir, a los que aún quedarán después de la prueba que el Señor impondrá a Israel para purificarlo de sus pecados e infidelidades (7.18; cf. 2.12; 4.6-7; 5.7-8). El libro concluye con una plegaria dirigida al Señor, el pastor de Israel, para que perdone los pecados de su pueblo, renueve las maravillas del pasado y le asegure un futuro feliz (7.14-17).
En líneas generales, el libro de Miqueas consta de las partes siguientes:
I. Juicio de Dios sobre Samaria. Denuncias y amenazas contra Jerusalén y las ciudades de Judá. Acusaciones contra las clases dirigentes (1–3).
II. Afluencia de las naciones al monte Sión. Victoria sobre los enemigos de Israel. Anuncio del futuro rey mesiánico (4–5).
III. Reproches del Señor a su pueblo y promesas de salvación (6–7).
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