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PROVERBIOS 25:1-28

PROVERBIOS 25:1-28 DHHE

También estos son dichos de Salomón, copiados por gente al servicio de Ezequías, rey de Judá: Es gloria de Dios tener secretos, y honra de los reyes penetrar en ellos. La altura del cielo, la profundidad de la tierra y los pensamientos de los reyes son cosas en las que no es posible penetrar. Aparta de la plata las impurezas, y el platero producirá una copa; aparta del servicio del rey al malvado, y su trono se afirmará en la justicia. No te des importancia delante del rey ni ocupes el lugar de gente importante; vale más que te inviten a subir allí, que ser humillado ante los grandes señores. Lo que veas con tus propios ojos no lo lleves en seguida a los tribunales, porque otro testigo puede desmentirte y al final no sabrás qué hacer. Defiéndete de quien te acuse, pero no descubras el secreto ajeno; pues alguien puede oirte y ponerte en vergüenza, y tu mala fama será cosa sin remedio. Las palabras en el momento oportuno son como manzanas de oro incrustadas en plata. Como un anillo y un collar del oro más fino, es la sabia reprensión en quien sabe recibirla. El mensajero fiel es para el que lo envía cual frescura de nieve en día caluroso, pues da nuevos ánimos a su señor. Nubes, viento y nada de lluvia es quien presume de dadivoso y nunca da nada. La paciencia calma el enojo; las palabras suaves rompen la resistencia. Si encuentras miel, no comas más de la cuenta, no sea que, por comer demasiada, la vomites. Si visitas a tu amigo, no lo hagas con frecuencia, no sea que se canse de ti y llegue a odiarte. Mazo, espada, flecha puntiaguda, ¡eso es quien declara en falso contra su amigo! Confiar en un traidor en momentos de angustia es como andar con una pierna rota o comer con un diente picado. Cantar canciones al corazón afligido es como echar vinagre en la llaga o quitarse la ropa en tiempo de frío. Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza, y el Señor te lo pagará. Por el viento del norte viene la lluvia y por las malas lenguas, las malas caras. Más vale vivir al borde de la azotea, que en una amplia mansión con una mujer pendenciera. Como agua fresca en garganta sedienta así caen las buenas noticias de tierras lejanas. Manantial de agua turbia y revuelta es el inocente que tiembla ante el culpable. No hace bien comer mucha miel, pero es una honra investigar lo difícil. Como ciudad sin muralla y expuesta al peligro, así es quien no sabe dominar sus impulsos.