1 CORINTIOS 2:1-5
1 CORINTIOS 2:1-5 Reina Valera 2020 (RV2020)
Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no lo hice valiéndome de la retórica o de la sabiduría, pues, al estar entre vosotros, me propuse no saber cosa alguna sino a Jesucristo, y a este crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; Y ni mi palabra ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría humana, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría humana, sino en el poder de Dios.
1 CORINTIOS 2:1-5 La Palabra (versión española) (BLP)
Yo mismo, hermanos, cuando llegué a vuestra ciudad, no os anuncié el proyecto salvador de Dios con alardes de sabiduría o elocuencia. Decidí que entre vosotros debía ignorarlo todo, a excepción de Cristo crucificado; así que me presenté ante vosotros sin recursos y temblando de miedo. Mi predicación y mi mensaje no se apoyaban en una elocuencia inteligente y persuasiva; era el Espíritu con su poder quien os convencía, de modo que vuestra fe no es fruto de la sabiduría humana, sino del poder de Dios.
1 CORINTIOS 2:1-5 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Yo, hermanos, cuando fui a hablaros del designio secreto de Dios no lo hice con palabras cultas y elevadas. Entre vosotros no quise saber de otra cosa que de Jesucristo y, más exactamente, de Jesucristo crucificado. Me presenté ante vosotros débil y temblando de miedo, y cuando os hablé y os prediqué el mensaje no utilicé palabras cultas para convenceros. Al contrario, os convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, para que vuestra fe dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.
1 CORINTIOS 2:1-5 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Yo mismo, hermanos, cuando fui a anunciaros el testimonio de Dios, no lo hice con gran elocuencia y sabiduría. Me propuse más bien, estando entre vosotros, no saber de cosa alguna, excepto de Jesucristo, y de este crucificado. Es más, me presenté ante vosotros con tanta debilidad que temblaba de miedo. No os hablé ni os prediqué con palabras sabias y elocuentes, sino con demostración del poder del Espíritu, para que vuestra fe no dependiera de la sabiduría humana, sino del poder de Dios.