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1 CORINTIOS 3:3-17

1 CORINTIOS 3:3-17 Reina Valera 2020 (RV2020)

porque aún sois carnales. Pues mientras haya entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y os portáis como la demás gente? Pues cuando uno dice: «Yo ciertamente soy de Pablo», y el otro: «Yo soy de Apolos», ¿no sois carnales? Porque ¿qué es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de quienes habéis creído; y eso según lo que a cada uno le dio el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois el campo que Dios cultiva, sois el edificio de Dios. Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como sabio arquitecto, puse el fundamento, pero otro edifica encima; así que cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, que es Jesucristo. Y si alguno edifica sobre este fundamento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará patente, porque el día la pondrá al descubierto, pues por el fuego será revelada y la obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará. Si la obra que alguno sobreedificó permanece, ese recibirá recompensa. Pero si la obra de alguno se quema, ese sufrirá pérdida, aunque él mismo se salvará como quien escapa del fuego. ¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios, que sois vosotros, es santo.

1 CORINTIOS 3:3-17 La Palabra (versión española) (BLP)

porque seguís siendo inmaduros. Pues mientras haya entre vosotros envidias y rivalidades, ¿no es prueba de inmadurez y de que no habéis superado el nivel puramente humano? En efecto, cuando uno dice: «Yo pertenezco a Pablo», y otro: «Yo a Apolo», ¿no estáis demostrando que sois todavía demasiado humanos? Pues, ¿qué son Apolo y Pablo? Simples servidores que os condujeron a la fe, valiéndose cada cual del don que Dios le concedió. Yo planté y Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer. Así que ni el que planta ni el que riega cuentan para nada; Dios, que hace crecer, es el que cuenta. Y entre el oficio de plantar o el de regar no hay diferencia, si bien cada uno recibirá el salario en proporción a su trabajo. Nosotros somos colaboradores de Dios; vosotros sois el campo que Dios cultiva, la casa que Dios edifica. Yo, respondiendo al don que Dios me ha concedido, he puesto los cimientos como buen arquitecto; otro es el que levanta el edificio. Mire, sin embargo, cada uno cómo lo hace. Desde luego, el único cimiento válido es Jesucristo, y nadie puede poner otro distinto. Pero sobre ese cimiento puede construirse con oro, plata y piedras preciosas, o bien con madera, paja y cañas. El día del Señor pondrá de manifiesto el valor de lo que cada uno haya hecho, pues ese día vendrá con fuego, y el fuego pondrá a prueba la consistencia de lo que cada uno haya hecho. Aquel cuyo edificio, levantado sobre el cimiento, se mantenga firme, será premiado; aquel cuyo edificio no resista al fuego, será castigado. A pesar de lo cual, él se salvará, si bien como el que a duras penas escapa de un incendio. ¿Ignoráis acaso que sois templo de Dios y morada del Espíritu divino? Si destruís el templo de Dios, Dios mismo os destruirá a vosotros; no en vano el templo de Dios es algo santo, y vosotros mismos sois ese templo.

1 CORINTIOS 3:3-17 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

pues aún mantenéis criterios puramente humanos! Mientras haya entre vosotros envidias y discordias es que seguís manteniendo criterios puramente humanos y conduciéndoos como lo hace todo el mundo. Porque cuando uno afirma: “Yo soy de Pablo”, y otro: “Yo soy de Apolos”, estáis manteniendo criterios puramente humanos. A fin de cuentas, ¿quién es Pablo, o quién es Apolos? Simples servidores, por medio de los cuales habéis creído en el Señor. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor le había encomendado: yo planté y Apolos regó, pero es Dios quien hizo crecer a la planta. De manera que ni el que planta ni el que riega son nada, sino que Dios lo es todo, pues Dios es quien hace que la planta crezca. Los que plantan y los que riegan son iguales, aunque Dios pagará a cada cual de acuerdo con su trabajo. Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y vosotros sois el campo que Dios trabaja, el edificio que Dios construye. Yo soy el maestro albañil al que Dios permitió poner los fundamentos, y otro es el que está construyendo sobre ellos. Pero cada uno debe tener cuidado de cómo construye, pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto: Jesucristo. Sobre este fundamento se puede construir con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, paja y cañas; pero el trabajo de cada cual se mostrará claramente el día del juicio, porque ese día vendrá con fuego, y el fuego probará el valor del trabajo de cada uno. Si alguien construyó un edificio resistente al fuego, recibirá su pago; pero si lo que construyó llega a arder, lo perderá todo, aunque él mismo logre salvarse como quien escapa del fuego. ¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios vive en vosotros? Si alguien destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él, porque el templo de Dios es santo. Ese templo sois vosotros mismos.

1 CORINTIOS 3:3-17 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

pues aún sois inmaduros. Mientras haya entre vosotros celos y contiendas, ¿no seréis inmaduros? ¿Acaso no os estáis comportando según criterios meramente humanos? Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque estáis actuando con criterios humanos? Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales vosotros llegasteis a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino solo Dios, quien es el que hace crecer. El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y vosotros sois el campo de cultivo de Dios, sois el edificio de Dios. Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor, eché los cimientos, y otro construye sobre ellos. Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye, porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, que es Jesucristo. Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, pero, si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y vosotros sois ese templo.