1 REYES 19:1-8
1 REYES 19:1-8 Reina Valera 2020 (RV2020)
Acab dio a Jezabel la noticia de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero para decirle: —Traigan los dioses sobre mí el peor de los castigos, si mañana a estas horas no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Al ver Elías el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba, que está en Judá, dejó allí a su criado. Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro. Entonces se deseó la muerte y dijo: —Basta ya, Señor, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres. Y tras echarse debajo del enebro, se quedó dormido; pero un ángel le tocó, y le dijo: —Levántate y come. Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua; comió, bebió y volvió a dormirse. Regresó el ángel del Señor por segunda vez, le tocó y le dijo: —Levántate y come, porque largo camino te queda. Se levantó, pues, comió y bebió. Fortalecido con aquella comida, anduvo cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.
1 REYES 19:1-8 La Palabra (versión española) (BLP)
Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había degollado a todos los profetas. Entonces Jezabel envió un mensajero a comunicar a Elías: —Que los dioses me castiguen, si mañana a estas horas no hago contigo lo que les has hecho a ellos. Elías se asustó y emprendió la huida para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de Judá, dejó allí a su criado. Luego siguió por el desierto una jornada de camino y al final se sentó bajo una retama y se deseó la muerte diciendo: —¡Basta ya, Señor! Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis antepasados. Se echó bajo la retama y se quedó dormido. Pero un ángel lo tocó y le dijo: —Levántate y come. Elías miró y a su cabecera vio una torta de pan cocido sobre piedras calientes junto a una jarra de agua. Comió, bebió y volvió a acostarse. Pero el ángel del Señor lo tocó de nuevo y le dijo: —Levántate y come, porque el camino se te hará muy largo. Elías se levantó, comió y bebió; y con la fuerza de aquella comida caminó durante cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
1 REYES 19:1-8 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Ahab contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho y cómo había degollado a todos los profetas de Baal. Entonces Jezabel mandó un mensajero a decirle a Elías: “¡Si tú eres Elías, yo soy Jezabel! Y que los dioses me castiguen con dureza, si mañana a esta hora no he hecho contigo lo mismo que tú hiciste con esos profetas.” Elías se dio cuenta de que corría peligro, y para salvar su vida se fue a Beerseba, que pertenece a Judá, y allí dejó a su criado. Luego él se fue hacia el desierto, y caminó durante un día, hasta que finalmente se sentó bajo una retama. Tenía tal deseo de morirse, que dijo: “¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, pues yo no soy mejor que mis padres!” Se acostó allí, bajo la retama, y se quedó dormido. Pero un ángel llegó, le tocó y le dijo: “Levántate y come.” Elías miró a su alrededor y vio, cerca de su cabecera, una torta cocida sobre las brasas y una jarra de agua. Entonces se levantó, y comió y bebió; después se volvió a acostar. Pero el ángel del Señor vino por segunda vez, le tocó y le dijo: “Levántate y come, porque de otro modo el viaje sería demasiado largo para ti.” Elías se levantó, y comió y bebió. Aquella comida le dio fuerzas para caminar cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
1 REYES 19:1-8 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Acab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, y cómo había matado a todos los profetas a filo de espada. Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías para decirle: «¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la vida como tú se la quitaste a ellos!» Elías se asustó y huyó para ponerse a salvo. Cuando llegó a Berseba de Judá, dejó allí a su criado y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto, y se sentó a su sombra con ganas de morirse. «¡Estoy harto, SEÑOR! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados». Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido. De repente, un ángel lo tocó y le dijo: «Levántate y come». Elías miró a su alrededor y vio a su cabecera un panecillo cocido sobre carbones calientes y un jarro de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse. El ángel del SEÑOR regresó y, tocándolo, le dijo: «Levántate y come, porque te espera un largo viaje». Elías se levantó, y comió y bebió. Una vez fortalecido por aquella comida, viajó cuarenta días y cuarenta noches hasta que llegó a Horeb, el monte de Dios.