1 SAMUEL 28:1-20
1 SAMUEL 28:1-20 La Palabra (versión española) (BLP)
Por aquellos días, los filisteos reunieron sus tropas para ir a luchar contra Israel. Y Aquís le dijo a David: —Has de saber que tú y tus hombres saldréis conmigo de campaña. David le respondió: —De acuerdo. Vas a saber lo que tu servidor es capaz de hacer. Y Aquís le replicó: —Entonces te haré de mi guardia personal para siempre. Samuel había muerto y todo Israel lo había llorado, enterrándolo en Ramá, su ciudad. Saúl, por su parte, había expulsado del país a los hechiceros y adivinos. Los filisteos se concentraron y fueron a acampar a Sunán. Saúl también concentró a todo Israel y acampó en Guilboa. Pero cuando vio el campamento filisteo, sintió miedo y se llenó de espanto. Entonces consultó al Señor, pero el Señor no le respondió ni por los sueños, ni por las suertes ni por los profetas. Finalmente dijo a sus servidores: —Buscadme una hechicera, para ir a consultarla. Sus servidores le contestaron: —En Endor vive una hechicera. Saúl se disfrazó cambiando de ropa y partió con dos hombres. Llegó de noche adonde vivía la mujer y le dijo: —Prepara tus hechizos y evócame a quien yo te diga. La mujer le respondió: —Ya sabes lo que ha hecho Saúl, que ha expulsado del país a hechiceros y nigromantes. ¿Es que quieres ponerme en peligro de muerte? Pero Saúl, jurando por Dios, le dijo: —¡Te juro por el Señor que no serás castigada por esto! La mujer le preguntó: —¿A quién quieres que te evoque? Y Saúl respondió: —Evócame a Samuel. Cuando la mujer vio a Samuel, pegó un grito y le dijo a Saúl: —¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl! El rey le dijo: —No tengas miedo. ¿Qué ves? La mujer le respondió: —Un espíritu que sale de la tierra. Saúl le preguntó: —¿Qué aspecto tiene? Ella le dijo: —El de un anciano vestido con un manto. Saúl comprendió entonces que se trataba de Samuel, se postró rostro en tierra e hizo una reverencia. Samuel dijo a Saúl: —¿Por qué me has perturbado, haciéndome venir? Saúl respondió: —Estoy en un gran aprieto. Los filisteos me atacan y Dios me ha abandonado y ya no me responde ni por medio de los profetas ni a través de los sueños. Por eso te he llamado, para que me indiques qué debo hacer. Samuel le dijo: —Si el Señor te ha abandonado y se te ha vuelto enemigo, ¿por qué me preguntas a mí? El Señor ha realizado lo que te había anunciado a través de mí: te ha quitado el reino para dárselo a otro, a David. Como desobedeciste al Señor y no ejecutaste su castigo contra Amalec, por eso ahora el Señor ha hecho esto contigo. Además, el Señor entregará a Israel junto contigo en poder de los filisteos. Mañana mismo tú y tus hijos estaréis conmigo y el Señor entregará el campamento israelita en poder de los filisteos. Saúl cayó de repente al suelo, todo lo largo que era, muy impresionado por las palabras de Samuel y además agotado porque no había podido comer nada en todo el día y toda la noche.
1 SAMUEL 28:1-20 Reina Valera 2020 (RV2020)
Aconteció en aquellos días, que los filisteos reunieron sus fuerzas para pelear contra Israel. Y Aquis dijo a David: —Ten por seguro que has de salir a campaña conmigo, tú y tus hombres. David respondió a Aquis: —Muy bien, ahora sabrás lo que hará tu siervo. Aquis dijo a David: —En ese caso, te haré mi guarda personal mientras viva. Ya Samuel había muerto. Todo Israel lo había lamentado y lo había sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había expulsado de la tierra a los encantadores y adivinos. Se reunieron, pues, los filisteos, y vinieron a acampar en Sunem. Mientras, Saúl reunió a todo Israel y acampó en Gilboa. Cuando Saúl vio el campamento de los filisteos, tuvo miedo y su corazón se turbó sobremanera. Consultó Saúl al Señor, pero el Señor no le respondió ni por sueños ni por el Urim ni por los profetas. Entonces Saúl dijo a sus criados: —Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que vaya a consultar por medio de ella. Sus criados le respondieron: —Aquí, en Endor, hay una mujer que tiene espíritu de adivinación. Se disfrazó Saúl con otras vestiduras y, acompañado por dos hombres, llegó de noche a aquella mujer y le dijo: —Te ruego que me adivines, por el espíritu de adivinación, y hagas venir a quien yo te diga. La mujer le respondió: —Bien sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha extirpado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, me pones esta trampa para hacerme morir? Entonces Saúl le juró por el Señor: —¡Vive el Señor, que ningún mal te sobrevendrá por esto! La mujer dijo: —¿A quién te haré venir? —Hazme venir a Samuel —respondió él. Al ver la mujer a Samuel, lanzó un grito y dijo a Saúl: —¿Por qué me has engañado?, pues tú eres Saúl. —No temas. ¿Qué has visto? —le respondió el rey. —He visto dioses que suben de la tierra —dijo la mujer a Saúl. —¿Cuál es su forma? —le preguntó él. —Un hombre anciano viene, cubierto de un manto —respondió ella. Comprendió Saúl que era Samuel, y cayó rostro en tierra, mientras hacía una gran reverencia. Samuel dijo a Saúl: —¿Por qué me has inquietado y me has hecho venir? Saúl respondió: —Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí. Dios se ha apartado de mí y ya no me responde, ni por medio de los profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me digas lo que debo hacer. Samuel respondió: —¿Para qué me preguntas a mí, si el Señor se ha apartado de ti y es tu enemigo? El Señor te ha hecho como predijo por medio de mí, pues el Señor ha arrancado el reino de tus manos y lo ha dado a tu compañero, David. Como tú no obedeciste a la voz del Señor, ni atendiste al ardor de su ira contra Amalec, por eso el Señor te ha hecho esto hoy. Junto contigo, el Señor entregará a Israel en manos de los filisteos; mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos. El Señor entregará también al ejército de Israel en manos de los filisteos. De repente, cayó Saúl en tierra cuan largo era, lleno de temor por las palabras de Samuel. Estaba sin fuerzas, porque no había comido durante todo aquel día y toda aquella noche.
1 SAMUEL 28:1-20 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
En aquellos días, los filisteos reunieron sus ejércitos para luchar contra Israel, y Aquís dijo a David: –Como tú bien sabes, tú y tus hombres tenéis que salir conmigo a campaña. David le respondió: –Muy bien. Ahora sabrá Su Majestad lo que este siervo suyo es capaz de hacer. –En tal caso –contestó Aquís a David–, te nombraré jefe permanente de mi guardia personal. Por entonces, Samuel ya había muerto. Todos en Israel habían llorado su muerte, y lo habían enterrado en Ramá, su ciudad natal. Saúl, por su parte, había expulsado del país a los adivinos y a los que invocaban a los muertos. Los filisteos se reunieron y fueron a establecer su campamento en Sunem, y Saúl juntó a todo Israel y tomó posiciones en Guilboa. Pero cuando vio el campamento filisteo, tuvo miedo y se sintió dominado por el terror. Entonces consultó al Señor, pero el Señor no le respondió ni por sueños, ni por el Urim, ni por los profetas. Por eso ordenó a sus oficiales: –Buscad alguna mujer que invoque a los muertos, para que yo vaya a hacerle una consulta. Sus oficiales le respondieron: –En Endor hay una mujer que invoca a los muertos. Saúl se disfrazó, vistiéndose con otra ropa, y acompañado por dos hombres fue de noche a visitar a aquella mujer. Le dijo: –Te ruego que me adivines la suerte, y que hagas venir el espíritu de quien yo te diga. La mujer le respondió: –Tú sabes lo que ha hecho Saúl, que ha expulsado del país a los adivinos y a los que invocan a los muertos. ¿Por qué me metes en algo que me puede costar la vida? Pero Saúl, jurando por el Señor, le dijo: –Te juro por el Señor que no te pasará nada malo por esto. –¿A quién quieres que haga venir? –contestó la mujer. –Llámame a Samuel –dijo Saúl. De pronto la mujer vio a Samuel, y dio un grito; luego dijo a Saúl: –¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl! Pero el rey le dijo: –No tengas miedo. ¿Qué has visto? –Veo un dios que sube de la tierra –contestó la mujer. –¿Qué aspecto tiene? –preguntó Saúl. –Es un hombre anciano, vestido con una capa –respondió ella. Saúl comprendió en seguida que era Samuel, y se inclinó hasta tocar el suelo con la frente. Entonces le dijo Samuel: –¿Para qué me has molestado haciéndome venir? Saúl respondió: –Es que estoy muy angustiado, pues me están atacando los filisteos y Dios me ha abandonado. No me responde ya ni por medio de los profetas ni por sueños. Por eso te he llamado, para que me indiques lo que debo hacer. Samuel le contestó: –¿Por qué me preguntas a mí, si el Señor ya te ha abandonado y se ha vuelto tu enemigo? El Señor ha hecho contigo lo que te anunció por medio de mí. Te ha arrebatado el reino y se lo ha entregado a tu compañero David, ya que tú no obedeciste el mandato del Señor ni cumpliste su orden de destruir a los amalecitas. Por eso, ahora el Señor ha hecho esto contigo. Además, el Señor os va a entregar a los israelitas y a ti en poder de los filisteos, y mañana tú y tus hijos estaréis conmigo. También hará el Señor que el campamento de Israel caiga en poder de los filisteos. Entonces Saúl cayó al suelo cuan largo era. Estaba tan asustado por las palabras de Samuel, que se desmayó. Para colmo, no había comido nada en todo el día ni en toda la noche.
1 SAMUEL 28:1-20 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Por aquel tiempo, los filisteos reunieron sus tropas para ir a la guerra contra Israel. Por lo tanto, Aquis le dijo a David: ―Quiero que sepas que tú y tus hombres saldréis conmigo a la guerra. ―Está bien —respondió David—. Ya verás de lo que es capaz tu siervo. ―Si es así —añadió Aquis—, de ahora en adelante te nombro mi guardaespaldas. Ya Samuel había muerto. Todo Israel había hecho duelo por él, y lo habían enterrado en Ramá, que era su propio pueblo. Saúl, por su parte, había expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros. Los filisteos concentraron sus fuerzas y fueron a Sunén, donde acamparon. Saúl reunió entonces a los israelitas, y armaron su campamento en Guilboa. Pero, cuando vio Saúl al ejército filisteo, le entró tal miedo que se descorazonó por completo. Por eso consultó al SEÑOR, pero él no le respondió ni en sueños, ni por el urim ni por los profetas. Por eso Saúl les ordenó a sus oficiales: ―Buscadme una adivina, para que yo vaya a consultarla. ―Pues hay una en Endor —le respondieron. Saúl se disfrazó con otra ropa y, acompañado de dos hombres, se fue de noche a ver a la mujer. ―Quiero que evoques a un espíritu —le pidió Saúl—. Haz que se me aparezca el que yo te diga. ―¿Acaso no sabes tú lo que ha hecho Saúl? —respondió la mujer—. ¡Ha expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros! ¿Por qué vienes tú a tenderme una trampa y exponerme a la muerte? ―¡Tan cierto como que el SEÑOR vive, te juro que nadie te va a castigar por esto! —contestó Saúl. ―¿A quién deseas tú que yo haga aparecer? —preguntó la mujer. ―Evócame a Samuel —respondió Saúl. Al ver a Samuel, la mujer pegó un grito. ―¡Pero si tú eres Saúl! ¿Por qué me has engañado? —le recriminó. ―No tienes nada que temer —dijo el rey—. Dime lo que has visto. ―Veo un espíritu que sube de la tierra —respondió ella. ―¿Y qué aspecto tiene? ―El de un anciano, que sube envuelto en un manto. Al darse cuenta Saúl de que era Samuel, se postró rostro en tierra. Samuel le dijo a Saúl: ―¿Por qué me molestas, haciéndome subir? ―Estoy muy angustiado —respondió Saúl—. Los filisteos me están atacando, y Dios me ha abandonado. Ya no me responde, ni en sueños ni por medio de profetas. Por eso decidí llamarte, para que me digas lo que debo hacer. Samuel le replicó: ―Pero, si el SEÑOR se ha alejado de ti y se ha vuelto tu enemigo, ¿por qué me consultas a mí? El SEÑOR ha cumplido lo que había anunciado por medio de mí: él te ha arrebatado de las manos el reino, y se lo ha dado a tu compañero David. Tú no obedeciste al SEÑOR, pues no llevaste a cabo la furia de su castigo contra los amalecitas; por eso él te condena hoy. El SEÑOR os entregará a ti y a Israel en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos os uniréis a mí, y el campamento israelita caerá en poder de los filisteos. Al instante, Saúl se desplomó. Y es que estaba lleno de miedo por lo que Samuel le había dicho, además de que se moría de hambre, pues en toda la noche y en todo el día no había comido nada.