1 SAMUEL 4:1-22
1 SAMUEL 4:1-22 Reina Valera 2020 (RV2020)
Samuel hablaba a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel a librar batalla con los filisteos, y acampó junto a Eben-ezer, mientras los filisteos acamparon en Afec. Los filisteos presentaron batalla a Israel, y al trabarse el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en el campo de batalla como a cuatro mil hombres. Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: —¿Por qué nos ha herido hoy el Señor delante de los filisteos? Vayamos a Silo y traigamos el arca del pacto del Señor, para que, por el hecho de estar en medio de nosotros, nos salve de manos de nuestros enemigos. El pueblo envió gente a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto del Señor de los ejércitos, que habitaba entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios. Aconteció que cuando el arca del pacto del Señor llegó al campamento, todo Israel gritó con tan grande júbilo que la tierra tembló. Al escuchar los filisteos las voces de júbilo dijeron: —¿Qué gritos de júbilo son estos en el campamento de los hebreos? Y supieron que el arca del Señor había sido traída al campamento. Entonces los filisteos tuvieron miedo, porque se decían: —Ha venido Dios al campamento. Y exclamaron: —¡Ay de nosotros!, pues hasta ahora no había sido así. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de manos de estos dioses poderosos? Estos son los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de plagas en el desierto. Esforzaos, filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros; sed hombres, y pelead. Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido; cada cual huyó a su tienda y se produjo una mortandad muy grande, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. El arca de Dios fue tomada y murieron los dos hijos de Elí, Ofni y Finees. Un hombre de Benjamín salió a toda velocidad del campo de batalla y llegó aquel mismo día a Silo, rotos sus vestidos y la cabeza cubierta de tierra. Cuando llegó, Elí estaba sentado en una silla y vigilaba junto al camino, porque su corazón temblaba a causa del arca de Dios. Vino, pues, aquel hombre a la ciudad y, al dar las noticias, toda la ciudad gritó. Cuando Elí oyó el estruendo de la gritería, preguntó: —¿Por qué hay tanto alboroto? Aquel hombre vino de prisa y le dio las noticias a Elí. Ya este tenía noventa y ocho años de edad y sus ojos se habían oscurecido, de modo que no podía ver. Dijo, pues, aquel hombre a Elí: —Vengo de la batalla, he escapado hoy del combate. —¿Qué ha acontecido, hijo mío? —le preguntó Elí. El mensajero respondió: —Israel huyó delante de los filisteos y hubo gran mortandad entre el pueblo. Han muerto también tus dos hijos, Ofni y Finees, y el arca de Dios ha sido tomada. Cuando el mensajero hizo mención del arca de Dios, Elí cayó de su silla hacia atrás, al lado de la puerta, y se desnucó y murió, pues era hombre viejo y pesado. Había sido juez en Israel durante cuarenta años. Su nuera, la mujer de Finees, estaba embarazada y próxima a dar a luz. Cuando oyó el rumor de que el arca de Dios había sido tomada y que su suegro y su marido habían muerto, se inclinó y dio a luz, pues le sobrevinieron sus dolores de repente. Al tiempo que moría, las que estaban junto a ella le decían: —No tengas temor, porque has dado a luz un hijo. Pero ella no respondió ni se dio por enterada. Y llamó al niño Icabod, pues dijo: «¡La gloria ha sido desterrada de Israel!», por haber sido tomada el arca de Dios y por la muerte de su suegro y de su marido. Dijo, pues: «La gloria ha sido desterrada de Israel», porque había sido tomada el arca de Dios.
1 SAMUEL 4:1-22 La Palabra (versión española) (BLP)
La palabra de Samuel se recibía en todo Israel. Por aquellos días Israel salió a luchar contra los filisteos y acampó en Eben Ézer, mientras que los filisteos acamparon en Afec. Los filisteos se desplegaron para atacar a Israel, se entabló el combate e Israel fue derrotado por los filisteos, perdiendo a cuatro mil hombres en el campo de batalla. Cuando el ejército volvió al campamento, los ancianos de Israel dijeron: —¿Por qué ha permitido el Señor que hoy nos derrotaran los filisteos? ¡Vamos a traernos de Siló el Arca de la alianza del Señor, para que nos acompañe y nos libre de nuestros enemigos! Enviaron gente a Siló y trajeron de allí el Arca de la alianza del Señor del universo, entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Finés, acompañaban al Arca de la alianza de Dios. Cuando el Arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron un grito de guerra tan fuerte que retembló la tierra. Los filisteos oyeron aquel estruendo y se preguntaron: —¿A qué viene ese estruendo tan grande en el campamento hebreo? Y cuando se enteraron de que el Arca del Señor había llegado al campamento, los filisteos se asustaron y se decían: —¡Su Dios ha llegado al campamento! ¡Pobres de nosotros, porque nunca antes había pasado nada igual! ¡Pobres de nosotros! ¿Quién nos librará de un Dios tan poderoso? Porque ese es el Dios que diezmó a los egipcios con toda clase de plagas en el desierto. ¡Ánimo y sed fuertes, filisteos! Que no os esclavicen los hebreos como vosotros los habéis esclavizado. ¡Sed valientes y combatid! Los filisteos atacaron y derrotaron a Israel que huyó a la desbandada hasta su campamento. Hubo una gran masacre y la infantería israelita perdió treinta mil hombres. El Arca de Dios fue capturada y los dos hijos de Elí, Jofní y Finés, también murieron. Un benjaminita salió corriendo del campo y llegó a Siló el mismo día, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando llegó, Elí estaba sentado en su silla junto al camino vigilando preocupado por la suerte del Arca de Dios. El hombre entró en la población para dar la noticia y todos los habitantes se pusieron a gritar. Elí oyó el griterío y se preguntaba qué significaba aquel tumulto. Entonces el mensajero llegó presuroso a darle la noticia a Elí. Con noventa y ocho años, Elí tenía la mirada fija y no veía nada. El mensajero le dijo: —Acabo de llegar del campo de batalla, del que hoy mismo he logrado escapar. Elí le preguntó: —¿Qué ha pasado, hijo mío? Y el mensajero respondió: —Israel ha huido ante los filisteos y el ejército ha sufrido una gran derrota. Tus dos hijos, Jofní y Finés, también han muerto y el Arca de Dios ha sido capturada. Al mencionar el Arca de Dios, Elí se cayó de la silla hacia atrás contra la puerta, se rompió la nuca y murió, pues era viejo y estaba grueso. Había sido juez de Israel durante cuarenta años. Su nuera, la mujer de Finés, estaba embarazada y a punto de dar a luz. Cuando oyó las noticias de la captura del Arca de Dios y de las muertes de su suegro y su marido, le sobrevinieron los dolores del parto, se agachó y dio a luz. Como estaba a punto de morir, las que la asistían le decían: —¡Ánimo, que has tenido un niño! Pero ella no respondió ni hizo caso. Al niño le puso por nombre Icabod, pues decía: «Israel se ha quedado sin gloria», refiriéndose a la captura del Arca de Dios y a las muertes de su suegro y de su marido. Y repetía: «Israel se ha quedado sin gloria, pues el Arca de Dios ha sido capturada».
1 SAMUEL 4:1-22 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
después Samuel se lo comunicaba a todo Israel. Por aquel entonces se juntaron los filisteos para luchar contra Israel, por lo cual salieron los israelitas a hacer frente a los filisteos y acamparon junto a Eben-ézer. Los filisteos establecieron su campamento en Afec, desplegándose para atacar a los israelitas, y al entablarse la lucha, los filisteos vencieron a los israelitas y mataron a cuatro mil de sus hombres en el campo de batalla. Cuando el ejército israelita volvió al campamento, los ancianos de Israel dijeron: “¿Por qué permitió hoy el Señor que nos derrotaran los filisteos? ¡Vamos a traernos de Siló el arca del pacto del Señor, para que él marche en medio de nosotros y nos libre de nuestros enemigos!” Por consiguiente, los israelitas enviaron un destacamento a Siló, y trajeron de allá el arca del pacto del Señor todopoderoso que tiene su trono sobre los querubines. Hofní y Finees, los dos hijos de Elí, acompañaban también al arca del pacto de Dios. Y ocurrió que, al llegar al campamento el arca del pacto del Señor, los israelitas gritaron con tanta alegría que hasta retumbó la tierra. Cuando los filisteos escucharon aquel griterío, preguntaron: “¿Por qué hay tanto alboroto en el campamento de los hebreos?” Pero al saber que el arca del Señor había llegado al campamento tuvieron miedo, y dijeron: “¡Dios ha llegado al campamento! ¡Ay de nosotros, porque hasta ahora no había sido así! ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de caer en las manos de este Dios tan poderoso? ¡Él es quien destruyó a los egipcios en el desierto con toda clase de plagas! ¡Armaos, pues, de valor, soldados filisteos, y luchad con ardor para que no lleguéis a ser esclavos de los hebreos, como ellos lo han sido de vosotros!” Entonces los filisteos atacaron y derrotaron a los israelitas, que huyeron a su campamento. La matanza que hicieron fue enorme, pues de la infantería israelita cayeron treinta mil hombres. También capturaron el arca de Dios y mataron a Hofní y Finees, los dos hijos de Elí. Pero un soldado de la tribu de Benjamín logró escapar del campo de batalla, y corriendo llegó a Siló el mismo día. Llevaba rasgada la ropa y llena de tierra la cabeza. Cuando llegó, Elí estaba sentado en un sillón, junto a la puerta, vigilando el camino, porque se sentía muy preocupado por el arca de Dios. Aquel hombre entró en la ciudad y dio la noticia; en seguida todos sus habitantes comenzaron a gritar. Al escuchar Elí aquel griterío, preguntó: –¿Qué significa todo ese alboroto? Aquel hombre se apresuró entonces a comunicar la noticia a Elí, que tenía ya noventa y ocho años y se había quedado completamente ciego. Le dijo: –Acabo de llegar del campo de batalla. Hoy he logrado escapar del combate. –¿Qué ha pasado, hijo mío? –preguntó Elí. –Los israelitas huyeron ante los filisteos –respondió el mensajero–. Además ha habido una gran matanza de gente, en la que también murieron tus dos hijos, Hofní y Finees, y el arca de Dios ha caído en manos de los filisteos. En cuanto el mensajero mencionó el arca de Dios, Elí cayó de espaldas al lado de la puerta, fuera del sillón, y como era ya un hombre viejo y pesado, se rompió la nuca y murió. Había sido caudillo de Israel durante cuarenta años. A su nuera, la mujer de Finees, que estaba embarazada y pronto iba a dar a luz, le vinieron los dolores de parto al saber que habían capturado el arca de Dios y que su suegro y su marido habían muerto; entonces, retorciéndose de dolor, dio a luz. Y al ver las que la asistían que ella se moría, le dijeron: “No tengas miedo, que has dado a luz un niño.” Pero ella no respondió ni les hizo caso; y al niño le puso por nombre Icabod, diciendo: “Israel se ha quedado sin honor, porque han capturado el arca de Dios.” Con ello aludía a la captura del arca y a la muerte de su suegro y de su marido.
1 SAMUEL 4:1-22 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
La palabra de Samuel llegó a todo el pueblo de Israel. En aquellos días, los israelitas salieron a enfrentarse con los filisteos y acamparon cerca de Ebenezer. Los filisteos, que habían acampado en Afec, desplegaron sus tropas para atacar a los israelitas. Se entabló la batalla, y los filisteos derrotaron a los israelitas, matando en el campo a unos cuatro mil de ellos. Cuando el ejército regresó al campamento, los ancianos de Israel dijeron: «¿Por qué nos ha derrotado hoy el SEÑOR por medio de los filisteos? Traigamos el arca del pacto del SEÑOR, que está en Siló, para que nos acompañe y nos salve del poder de nuestros enemigos». Así que enviaron un destacamento a Siló para sacar de allí el arca del pacto del SEÑOR Todopoderoso, que reina entre los querubines. Los dos hijos de Elí, Ofni y Finés, estaban a cargo del arca del pacto de Dios. Cuando esta llegó al campamento, los israelitas empezaron a gritar de tal manera que la tierra temblaba. Los filisteos oyeron el griterío y preguntaron: «¿A qué viene tanto alboroto en el campamento hebreo?» Y al oír que el arca del SEÑOR había llegado al campamento, los filisteos se acobardaron y dijeron: «Dios ha entrado en el campamento. ¡Ay de nosotros, que nunca nos ha pasado algo así! ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos va a librar de las manos de dioses tan poderosos, que en el desierto hirieron a los egipcios con toda clase de plagas? ¡Ánimo, filisteos! ¡Sed hombres! Si no queréis llegar a ser esclavos de los hebreos, tal como ellos lo han sido de nosotros, ¡luchad como hombres!» Entonces los filisteos se lanzaron al ataque y derrotaron a los israelitas, los cuales huyeron en desbandada. La matanza fue terrible, pues de los israelitas cayeron treinta mil soldados de infantería. Además, fue capturada el arca de Dios, y murieron Ofni y Finés, los dos hijos de Elí. Un soldado que pertenecía a la tribu de Benjamín salió corriendo del frente de batalla, y ese mismo día llegó a Siló, con la ropa hecha pedazos y la cabeza cubierta de polvo. Allí se encontraba Elí, sentado en su silla y vigilando el camino, pues su corazón le temblaba solo de pensar en el arca de Dios. Cuando el soldado entró en el pueblo y contó lo que había sucedido, todos se pusieron a gritar. ―¿A qué viene tanto alboroto? —preguntó Elí, al oír el griterío. El hombre corrió para darle la noticia. (Elí ya tenía noventa y ocho años, y sus ojos ni se movían, de modo que no podía ver). ―Vengo del frente de batalla —le dijo a Elí—; hui de las filas hoy mismo. ―¿Qué pasó, hijo mío? —preguntó Elí. ―Los israelitas han huido ante los filisteos —respondió el mensajero—; el ejército ha sufrido una derrota terrible. Además, tus dos hijos, Ofni y Finés, han muerto, y el arca de Dios ha sido capturada. Solamente de oír mencionar el arca de Dios, Elí se fue de espaldas, cayéndose de la silla junto a la puerta. Como era viejo y pesaba mucho, se rompió la nuca y murió. Durante cuarenta años había dirigido al pueblo de Israel. Su nuera, la esposa de Finés, estaba embarazada y próxima a dar a luz. Cuando supo que el arca de Dios había sido capturada, y que tanto su suegro como su esposo habían muerto, le vinieron los dolores de parto y tuvo un alumbramiento muy difícil. Al verla agonizante, las parteras que la atendían le dijeron: «Anímate, que has dado a luz un niño». Ella no respondió; ni siquiera les hizo caso. Pero, por causa de la captura del arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su esposo, le puso al niño el nombre de Icabod, para indicar que la gloria de Israel había sido desterrada. Exclamó: «¡Se han llevado la gloria de Israel! ¡El arca de Dios ha sido capturada!»