1 TESALONICENSES 2:9-12
1 TESALONICENSES 2:9-12 Reina Valera 2020 (RV2020)
Os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo, mientras trabajábamos de noche y de día, para no ser una carga a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de que nos hemos comportado con vosotros, los creyentes, de una manera santa, justa e intachable. También sabéis cómo os hemos exhortado y consolado a cada uno de vosotros, tal como lo hace el padre con sus hijos; y os hemos reclamado vivir como es digno de Dios, que os llamó a su Reino y gloria.
1 TESALONICENSES 2:9-12 La Palabra (versión española) (BLP)
Recordad, hermanos, nuestros afanes y fatigas: cómo trabajamos día y noche para no ser gravosos a nadie, mientras os anunciábamos el evangelio de Dios. Testigos sois, y lo es Dios también, de lo noble, honrado e irreprochable que fue nuestro proceder para con vosotros, los creyentes. Tratamos a cada uno —¡bien lo sabéis!— como un padre trata a sus hijos: exhortándoos, animándoos y amonestándoos para que os comportéis de una manera digna del Dios que os ha llamado a su reino glorioso.
1 TESALONICENSES 2:9-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)
Hermanos, acordaos de cómo trabajábamos y luchábamos para ganarnos la vida. Trabajábamos día y noche a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros, y entre tanto os anunciábamos el evangelio de Dios. Testigos sois, y Dios también, de que nos hemos portado limpia, recta e irreprochablemente con vosotros los creyentes. También sabéis que os hemos animado y consolado a cada uno de vosotros, como hace un padre con sus hijos. Os hemos encargado que os portéis como deben hacerlo quienes pertenecen a Dios, el cual os ha llamado a tener parte en su propio reino y gloria.
1 TESALONICENSES 2:9-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)
Recordaréis, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para proclamaros el evangelio de Dios, y cómo trabajamos día y noche para no seros una carga. Dios y vosotros sois testigos de que nos comportamos con vosotros los creyentes en una forma santa, justa e irreprochable. Sabéis también que a cada uno de vosotros lo hemos tratado como trata un padre a sus propios hijos. Os hemos animado, consolado y exhortado a llevar una vida digna de Dios, que os llama a su reino y a su gloria.