Logo de YouVersion
Icono de búsqueda

2 CRÓNICAS 14:1-12

2 CRÓNICAS 14:1-12 Reina Valera 2020 (RV2020)

Cuando murió Abías, fue enterrado en la ciudad de David y su hijo Asá le sucedió como rey. Durante su reinado el país disfrutó de diez años de paz. Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor, su Dios. Porque quitó los altares de culto extraño y los lugares altos; quebró las imágenes y destruyó los símbolos de Asera; y mandó a Judá que buscara al Señor, el Dios de sus padres, y pusiera por obra la ley y sus mandamientos. Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el país en paz bajo su reinado. Edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque el Señor le había dado paz. Dijo, por tanto, a Judá: —Edifiquemos estas ciudades y cerquémoslas de muros con torres, puertas y barras, ya que la tierra es nuestra; porque hemos buscado al Señor, nuestro Dios; lo hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados. Tuvo también Asa un ejército de trescientos mil hombres de Judá, armado con escudos y lanzas, y doscientos ochenta mil hombres de Benjamín que portaban escudos y entesaban arcos. Todos eran hombres diestros. Salió contra ellos Zera, el etíope, con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros; y vino hasta Maresa. Entonces, salió Asa contra él, y se pusieron en orden de batalla en el valle de Sefata, junto a Maresa. Y clamó Asa al Señor, su Dios, y dijo: —¡Señor, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, Señor, Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre marchamos contra este ejército. Señor, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre. El Señor deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes.

2 CRÓNICAS 14:1-12 La Palabra (versión española) (BLP)

Asá hizo el bien y agradó con su conducta al Señor, su Dios. Suprimió los altares extranjeros y los santuarios locales; destruyó las columnas y los postes sagrados; exhortó a Judá a buscar al Señor, Dios de sus antepasados, y a cumplir la ley y los mandamientos; y eliminó de todas las ciudades de Judá los santuarios locales de los montes y los altares de incienso. Y el reino disfrutó de paz bajo su gobierno. Como el Señor le había dado tranquilidad, y el país estaba por aquellos años en paz y sin guerras, Asá construyó ciudades fortificadas en Judá. Asá les dijo: —Puesto que hemos seguido al Señor nuestro Dios y él nos ha dado paz con los vecinos, fortifiquemos estas ciudades construyendo a su alrededor murallas, torres, puertas y cerrojos, ahora que el país está en nuestro poder. Y concluyeron con éxito las obras de construcción. Asá tenía un ejército de trescientos mil judíos armados de escudos y lanzas, y doscientos ochenta mil benjaminitas armados de escudos y arcos; todos ellos, guerreros valerosos. El cusita Zéraj los atacó con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros, y llegó hasta Maresá. Asá salió a su encuentro y tomaron posiciones para la batalla en el valle de Sefatá, junto a Maresá. Entonces Asá invocó al Señor, su Dios, diciendo: —Cuando tú ayudas, Señor, no haces distinciones entre el fuerte y el débil. Ayúdanos, Señor Dios nuestro, pues en ti nos apoyamos y en tu nombre vamos a luchar contra esa multitud. Señor, tú eres nuestro Dios. Que nadie prevalezca contra ti. El Señor derrotó a los cusitas ante Asá y Judá, y ellos se dieron a la fuga. Asá y su gente los persiguieron hasta Guerar y los cusitas cayeron sin dejar supervivientes, pues habían quedado destrozados ante el Señor y ante su ejército, que capturó un enorme botín.

2 CRÓNICAS 14:1-12 Nueva Versión Internacional - Castellano (NVI)

Abías murió y fue sepultado en la Ciudad de David, y su hijo Asá le sucedió en el trono. Durante su reinado, el país disfrutó de diez años de paz. Asá hizo lo que era bueno y agradable ante el SEÑOR su Dios. Se deshizo de los altares y santuarios paganos, destrozó las piedras sagradas y derribó las imágenes de la diosa Aserá. Además, ordenó a los habitantes de Judá que acudieran al SEÑOR, Dios de sus antepasados, y que obedecieran su ley y sus mandamientos. De este modo, Asá se deshizo de los santuarios paganos y de los altares de incienso que había en todas las ciudades de Judá, y durante su reinado hubo tranquilidad. Asá construyó en Judá ciudades fortificadas, pues durante esos años el SEÑOR le dio descanso, y el país disfrutó de paz y no estuvo en guerra con nadie. Asá les dijo a los de Judá: «Reconstruyamos esas ciudades, y levantemos a su alrededor murallas con torres, puertas y cerrojos. El país todavía es nuestro, porque hemos buscado al SEÑOR nuestro Dios; como lo hemos buscado, él nos ha concedido estar en paz con nuestros vecinos». Y tuvieron mucho éxito en la reconstrucción de las ciudades. Asá contaba con un ejército de trescientos mil soldados de Judá, los cuales portaban lanzas y escudos grandes, y de doscientos ochenta mil benjaminitas, los cuales portaban arcos y escudos pequeños. Todos ellos eran guerreros valientes. Zera el cusita marchó contra ellos al frente de un ejército de un millón de soldados y trescientos carros de guerra, y llegó hasta Maresá. Asá le salió al encuentro en el valle de Sefata, y tomó posiciones cerca de Maresá. Allí Asá invocó al SEÑOR su Dios y le dijo: «SEÑOR, solo tú puedes ayudar al débil y al poderoso. ¡Ayúdanos, SEÑOR y Dios nuestro, porque en ti confiamos, y en tu nombre hemos venido contra esta multitud! ¡Tú, SEÑOR, eres nuestro Dios! ¡No permitas que ningún mortal se alce contra ti!» El SEÑOR derrotó a los cusitas cuando estos lucharon contra Asá y Judá. Los cusitas huyeron

2 CRÓNICAS 14:1-12 Dios Habla Hoy Versión Española (DHHE)

Cuando Abiam murió, lo enterraron en la Ciudad de David. Después reinó en su lugar su hijo Asá. Durante su reinado hubo diez años de paz en el país. Los hechos de Asá fueron buenos y rectos a los ojos del Señor su Dios. Quitó los altares de los dioses extranjeros, así como los santuarios en lugares altos; hizo pedazos las piedras sagradas y rompió las representaciones de Asera. Además ordenó a Judá que acudiera al Señor, Dios de sus antepasados, y que cumpliera la ley y los mandamientos. Quitó de todas las ciudades de Judá los santuarios y altares en lugares altos. Y hubo paz durante su reinado. Aprovechando esos años en que la nación estaba en paz y no tenía que hacer frente a ninguna guerra, porque el Señor le concedió tranquilidad, Asá construyó en Judá ciudades fortificadas. Dijo a la gente de Judá: “Fortifiquemos estas ciudades y hagamos alrededor de ellas muros, torres, puertas y barras, mientras el país está todavía en nuestro poder. Porque hemos buscado al Señor nuestro Dios, él nos ha dado paz con todos nuestros vecinos.” Por tanto llevaron a cabo con éxito las construcciones. Asá tenía un ejército formado por trescientos mil soldados de Judá, armados con escudos y lanzas, y doscientos ochenta mil de Benjamín, equipados con escudos y arcos. Todos ellos eran soldados valientes. Contra ellos marchó Zérah el etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros de combate, y llegó hasta Maresá. Entonces Asá le salió al encuentro, y con sus hombres tomó posiciones para la batalla en el valle de Sefata, junto a Maresá. Asá invocó al Señor su Dios, diciendo: “Señor, para ti es igual ayudar al fuerte que al débil. Por tanto, ¡ayúdanos, Señor y Dios nuestro, ya que confiamos en ti y hemos venido en tu nombre contra este ejército! Tú, Señor, eres nuestro Dios. ¡Muestra que nadie puede oponerte resistencia!” Entonces el Señor dio a Asá y a Judá la victoria sobre los etíopes, los cuales huyeron.